Los datos de pacientes hospitalizados con coronavirus en A Coruña revelan que la incidencia del virus es mucho menor en niños o al menos no presentan cuadros tan graves. Mientras el área sanitaria llegó a tener más de 400 ingresados con COVID en el peor momento de la pandemia —a inicios de febrero— y ahora mismo son más de un centenar, en el Materno Infantil Teresa Herrera solo han atendido a seis niños con coronavirus que necesitaron ingresar y a otros dos con el síndrome inflamatorio sistémico (como consecuencia del virus) desde el inicio de la pandemia. “Todos estuvieron pocos días ingresados y evolucionaron favorablemente”, señala el jefe del Servicio de Pediatría de este centro, Jerónimo Pardo, quien explica que “hubo tres ingresos en la primera ola y otros tres en esta tercera”.

Pese a que seis de los pacientes que este año estuvieron ingresados en el Materno dieron positivo en COVID, el jefe de Pediatría reconoce que no todos fueron hospitalizados por el virus. “Que tuviesen el virus no quiere decir que fuese la causa del ingreso”, indica Pardo, quien se niega a entrar en detalles al ser tan pocos los niños afectados, pero reconoce que la clínica habitual en los menores es similar a los adultos — “cuadros respiratorios y fiebre”—, pero eso sí, en el caso del Materno “no vimos cuadros respiratorios tan graves como en otras zonas o en personas de más edad”.

En el centro coruñés también registraron en lo que va de pandemia dos casos del llamado síndrome inflamatorio sistémico, el mismo que ha provocado que una niña de 9 años lleve varios días en la UCI en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo. “Tuvimos uno en la primera ola y otro en la tercera y por suerte, evolucionaron bien”, indica este especialista, que explica que este síndrome “aparece a la semanas de haber tenido coronavirus, cuando los menores ya no dan positivo en la prueba PCR”.

El llamado síndrome inflamatorio sistémico se caracteriza por una inflamación generalizada que puede afectar “a nivel hepático, cardíaco o intestinal”, explica Jerónimo Pardo, quien reconoce que presenta una sintomatología similar a la enfermedad de Kawasaki —causada por otros agentes infecciosos— pero se ha comprobado que en este caso está desencadenado por el nuevo coronavirus.

“El tratamiento es similar al de esta otra enfermedad, se aborda con antiinflamatorios y corticoides porque no hay nada específico para este síndrome como ocurre con el coronavirus. Se busca combatir la inflamación mientras el organismo se recupera”, sostiene Pardo, quien lanza un mensaje de tranquilidad a las familias ya que el porcentaje de niños que presentan esta complicación “es muy pequeño”.

En este año de pandemia, el Materno tuvo que reorganizar su estructura y adaptarse a los nuevos protocolos —con doble circuito en las Urgencias para separar a casos COVID sospechosos del resto o trabajar con los equipos de protección individual cuando era necesario—, pero no dejó de lado el resto de patologías. “Es cierto que tuvimos menos afluencia en Urgencias porque, de momento, este invierno apenas hemos visto gripe u otros virus respiratorios habituales, pero el resto de patologías siguen existiendo y continuamos en todo momento con la atención a oncológicos o la cirugía cardíaca infantil”, señala Pardo, quien reconoce cierto “estrés”, como en otro trabajo, para adaptarse a la nueva realidad.