La pandemia de coronavirus ha provocado un aumento en el número de niños y adolescentes que precisan atención psicológica en la comunidad gallega, según aseguran en el Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, donde resaltan que en los últimos meses se ha disparado la demanda para acudir a estos especialistas. “Estamos desbordados. Hay lista de espera incluso en la privada y en la pública hay que aguardar entre cinco o seis meses”, sostiene la psicóloga Sandra Izaguirre, quien asegura que los más afectados “son quienes tienen más de 10 años”. “Los adolescentes suelen venir principalmente por cuadros depresivos mientras que en niños más pequeños lo que más se ve es ansiedad o trastorno obsesivo compulsivo (TOC)”, explica.

El primer repunte en las consultas de los psicólogos gallegos se notó al finalizar el confinamiento. Había que volver a la normalidad y dejar atrás el estar 24 horas con los padres. “Entonces, en niños pequeños veíamos muchos casos de ansiedad por separación, no querer dejar a los padres y también casos de TOC”, explica esta especialista gallega, quien reconoce que aunque los síntomas de estos problemas “pudieron agudizarse con la pandemia”, cree también que el pasar más tiempo con los niños “hizo que muchos padres vieran ciertos comportamientos” que hasta entonces habían pasado desapercibidos. “Puede que algunos problemas ya hubieran dado la cara antes del confinamiento”, indica.

Tras un verano en calma, fue el regreso a las clases y sobre todo cuando comenzó la tercera ola y llegaron las restricciones más severas, cuando de nuevo las consultas de psicología se llenaron y repuntó especialmente el número de adolescentes que solicitaba ayuda. “En el primer trimestre al llegar los exámenes hubo muchas crisis de ansiedad en alumnos de ESO y sobre todo de Bachillerato, de quienes estaban en el curso de preparar selectividad. En mi caso vi casos de chicos con muy buenas notas en primero y que al llegar a segundo de Bachillerato bajaban. Tras estar muchos meses sin clase por el confinamiento sufrían mucho estrés, mucha ansiedad. Me decían que ellos no valían para esto, que lo dejaban. Fue duro y hablando con profesores me decían que en octubre y noviembre se vivieron muchas crisis de ansiedad en las clases”, sostiene esta psicóloga, que asegura que tras la Navidad y en el caso de los adolescentes, “lo que más se ve es depresión”. “Llegan uno detrás de otro y todos con los mismos síntomas”, resalta Izaguirre.

Para esta especialista, miembro del Colexio de Psicoloxía, los adolescentes “han sido los grandes olvidados de la pandemia” y asegura que, a nivel mental, lo han pasado peor que los niños más pequeños. “Las restricciones les impiden el contacto social, les falta algo que a su edad es fundamental para su desarrollo, para conformar su personalidad, para validarse”, indica Izaguirre, quien asegura que el hecho de no poder reunirse con sus amigos o hacer deporte “les va minando, reduce su concentración y al final su rendimiento en clase es más bajo”. “Muchos de mis pacientes me decían ‘es que lo que único que hago es ir a clase’ y esto les quita la ilusión, la motivación...”, indica esta psicóloga gallega, quien asegura que los adolescentes tienen unas necesidades no cubiertas por la pandemia y alerta también del repunte de adicciones entre estos jóvenes.

“Vemos un repunte de las adicciones a los videojuegos o al móvil. Durante el confinamiento las familias bajaron algo la guardia y ahora hay chicos de 12 a 16 años que se autoconfinan, se encierran y prefieren seguir con la tecnología antes que salir”, indica Izaguirre, quien insta a los padres a intentar atajar este problema a través de “pactos y acuerdos sobre los límites de uso”.

Para esta psicóloga gallega, al contrario de lo que ocurre con los adolescentes, los niños sí tienen gran parte de sus necesidades cubiertas pese a la pandemia. “En menores de 10 años el estar con sus padres, poder ir al parque y socializar o ir al colegio hace que ya tengan sus necesidades cubiertas”, sostiene esta especialista, que reconoce, es eso sí, que lejos de la creencia popular de que “los niños se adaptan fácilmente a todo”, la pandemia también ha hecho mella en ellos a nivel psicológico y se traduce generalmente en “conductas disruptivas”. “Están mucho más inquietos, sufren berrinches, pataletas... porque no pueden canalizar al 100% su energía y sobre todo porque no saben expresar con palabras lo que les ocurre, son pequeños y no saben manejar sus emociones”, indica esta psicóloga, quien asegura que detrás de estas conductas (estar más irritables o no parar quietos) pueden esconderse los nervios o el miedo por todo lo que sucede. De hecho, esta psicóloga resalta que la pandemia ha puesto en evidencia “lo poco que valora la sociedad la gestión de las emociones”.

La actitud que tengan los padres ante la pandemia es clave también en cómo la llevarán los más pequeños. “Son esponjas y tienen un aprendizaje por observación. Hay que tener mucho cuidado porque los niños no asimilan la información y al final se mimetizan con los padres. La pandemia afecta a los mayores, a nuestro estado emocional al tener sobrecarga de trabajo, no poder quedar con los amigos, con la familia, estamos de mal humor, hay cierta fatiga y todo eso, los niños son como esponjitas”, señala.

Pese a que los psicólogos reconocen que muchas de las actitudes que tienen los niños en pandemia —el estar más inquietos o irritables, por ejemplo— finalizarán y se normalizarán cuando todo esto pase, hay algunas conductas que es preciso consultar con el especialista. “En niños muy pequeños si vemos que hay algo que les impide dormir o les afecta a la hora de jugar hay que consultarlo y lo mismo ocurre ante un posible TOC, cuando el niño pregunta cinco veces una misma cosa porque necesita una validación”, señala esta psicóloga, quien explica cómo detectar un posible cuadro depresivo: “Si come más o menos que antes, siempre está triste, llora, hay cambios en sus hábitos o manifiesta no tener ilusión...”. Los padres deben estar alerta, sostiene, y si hay dudas consultar con un especialista.

Más de la mitad de padres ven más irritables a sus hijos

Más de la mitad de los españoles (el 52%) reconoce haber notado cambios en la manera de ser o el comportamiento de sus hijos durante este primer año de pandemia, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre la salud mental de los españoles, publicada a principios de este mes de marzo. La encuesta revela que casi ocho de cada diez padres consultados (el 77%) afirman que sus hijos están ahora más irritables, un 71% que protestan por cualquier cosa, el 62% sostiene que son ahora menos sociables y más de la mitad cree que se han vuelto más exigentes que antes del COVID. Además, hasta un 45% revela que sus hijos son ahora más retraídos que antes de la pandemia y un 41% que están más agresivos. Para los psicólogos todas estas reacciones y conductas disruptivas son normales ya que cuando se trata de niños muy pequeños no saben expresar con palabras las sensaciones que experimentan y lo hacen a través de esta actitud. “Por eso muchos están muy inquietos”, indica la psicóloga Sandra Izaguirre, miembro del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia. La situación de esta normalidad marcada por la pandemia hace que además un 66% de familias reconozca que ahora sus hijos duermen peor y un 41% comen menos o tienen menos apetito, según la encuesta sobre salud mental del Centro de Investigaciones Sociológicas, hecha pública a principios de este mes.