El 2020 fue el año, el invierno y el otoño más cálidos registrados en Europa, con lluvias récord y la mayor cantidad de horas de sol registradas en el continente desde que comenzaron los registros de satélites en 1983. Así lo refleja el informe sobre el Estado del Clima Europeo de 2020, publicado ayer por el Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S), que incluye una breve descripción del contexto global, una descripción más completa de las condiciones en Europa y un enfoque en el Ártico

El informe señala que, a nivel mundial, 2020 fue uno de los tres años más cálidos registrados, y los últimos seis años fueron los seis más cálidos registrados.

Las temperaturas anuales superiores a la media más altas se produjeron en el norte de Siberia y partes adyacentes del Ártico, donde las temperaturas alcanzaron 6 grados por encima de la media.

En cuanto a las concentraciones globales de dióxido de carbono y metano, el estudio asegura que en 2020 “continuaron aumentando”. Precisamente, las estimaciones preliminares de los datos satelitales indican que las concentraciones de CO2 han aumentado en un 0,6% durante el año y de CH4 en casi un 0,8%. Los datos también muestran que las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero para 2020 alcanzaron su promedio anual global más alto en el registro satelital de CAMS desde 2003. El análisis preliminar indica que el CO2 aumentó a un ritmo ligeramente inferior al de los últimos años, mientras que el CH4 aumentó más rápidamente que en los últimos años.

Además, indica que estos cambios son una combinación de efectos que incluyen ligeras reducciones en las emisiones provocadas por las restricciones por el COVID-19 y un aumento de los flujos sobre las superficies terrestres asociados con temperaturas cálidas y que afectan a las fuentes de CO2 y CH4.

En Europa, el documento apunta que en el 2020 la temperatura anual fue la más alta registrada, con al menos 0,4 grados más que los siguientes cinco años más cálidos, todos ellos de la última década. El otoño y el invierno en Europa también fueron los más cálidos registrados, estableciendo un nuevo récord de más de 3,4 grados por encima del promedio de 1981-2010 y alrededor de 1,4 grados más cálido que el récord anterior. Durante el verano, se produjeron episodios de temperaturas muy altas a nivel regional y dieron lugar a nuevos récord de temperatura, como en Escandinavia en junio y en Europa occidental en agosto.

El documento también destaca que en febrero del año pasado una amplia zona de Europa se vio afectada por precipitaciones superiores a la media como consecuencia de varios episodios de lluvias intensas. A ello le siguió, en el noroeste de Europa, una de las primaveras más secas de los últimos 40 años, tanto en lo que respecta a la humedad del suelo como a las precipitaciones.

En cuanto a la situación en el Ártico en su conjunto, el informe revela que 2020 fue el segundo año más cálido del que se tiene constancia, con una temperatura del aire en superficie 2,2 grados por encima de la media de 1981-2010.

La España rural, clave contra la emergencia climática

La España rural contribuye un 34% más a mitigar el cambio climático y 20 veces más a conservar la biodiversidad, según un informe realizado por Greenpeace. La conclusión del estudio es que los pueblos y los municipios de la España vaciada —su aire limpio, sus bosques, sus humedales, sus pastos y su producción alimentaria no industrial— son un sumidero de dióxido de carbono. Estamos delante de una clave fundamental en la lucha contra la emergencia medioambiental que amenaza con colapsar el planeta. Combatir la despoblación es, pues, una manera de plantar cara al calentamiento global (el periodo 2015-2019 es el más cálido jamás registrado). Solo el 16% de la población vive en el rural y el informe recuerda solo porque el medio rural y natural es quien nos alimenta, que ya sería una razón definitiva, sino porque, entre otras cosas, solo él nos puede proteger de los peores impactos de la emergencia climática y la pérdida de biodiversidad, la gran amenaza inminente para nuestra supervivencia”, destaca el estudio, que recuerda que España es el país con más biodiversidad de Europa.