Facilitar que la persona mayor pueda seguir en su entorno habitual sin necesidad de ingresar en una residencia. Este es el objetivo del Programa de Acogimiento Familiar para Personas Mayores de la Xunta que permite a quienes superan los 65 años pasar a vivir con una familia de acogida cuando ir a un centro residencial no es una opción adecuada o del gusto del anciano. Pero jubilarse en compañía de quienes no son parientes —no puede haber relación de parentesco en línea recta en ningún grado ni colateral por consanguinidad hasta el tercer grado con ningún miembro de la unidad de acogida— no seduce a muchos gallegos. La comunidad cuenta con 139.700 mayores de 65 años que viven solos y únicamente 79 personas que superaban esa edad residían con una familia de acogida el pasado año, lo que supone un 32% menos en un lustro y la menor cifra en cinco años, según los datos de la Consellería de Política Social que gestiona este programa en la comunidad.

Pese a que muchos asocian familia de acogida con menores cuyos padres biológicos no pueden hacerse cargo de ellos de forma temporal, lo cierto es que la Xunta cuenta con un programa de acogimiento para mayores y personas con discapacidad desde mediados de 2003. Está dirigido a mayores de 65 años de cualquier país de la Unión Europea, que estén empadronados y tengan residencia efectiva en la comunidad gallega y que por los motivos que sean —tienen algún tipo de problema que les limita el ser 100% autónomos o simplemente quieren paliar la soledad de vivir en un hogar unipersonal— desean dar el paso de volver a vivir en familia. La acogida puede hacerse en la propia vivienda del jubilado o que sea este quien se desplace a un nuevo hogar.

Los datos de Política Social revelan que el número de acogidas bajó un 32% en los últimos cinco años y aunque la cifra de mayores en acogida varía anualmente, suele rondar el centenar aunque el año de la pandemia hizo mella en el programa que llegó a mínimos. De este modo si en 2016 eran 116 los mayores que residían con una familia de acogida, un año después la cifra bajó a 99 para subir a 103 en 2018 y desde entonces volver a bajar: 93 en 2019 y 79 en 2020.

Como ocurre con la acogida de menores, las familias que estén dispuestas a abrir sus puertas a un nuevo miembro, en este caso de más de 65 años, deben cumplir una serie de requisitos. Política Social recuerda en su web que al igual que el acogido, los acogedores deberán ser naturales de algún país de la UE y residir y estar empadronados en Galicia. Al menos uno de ellos debe ser mayor de edad, no superar los 65 años en el momento de la solicitud, “gozar de buena salud y no padecer limitaciones físicas o mentales que le impidan atender las tareas domésticas normales”.

Ni quienes tengan una relación de parentesco ni quienes sean tutores legales de una persona mayor podrán convertirse en familia de acogida y por tanto cobrar una ayuda por ello. La única excepción es si se trata de una persona dependiente en donde podrá “formalizarse el acogimiento en línea recta por afinidad, salvo que en la unidad de acogida existan otros familiares del acogido en línea recta consanguínea que sea mayores de edad y estén obligados legalmente a prestarle alimentos”, señalan desde el departamento de Fabiola García.

Además, para evitar que haya quien se inscriba en el programa con el fin de sacar rédito económico, los técnicos de la Xunta que deben dar el visto bueno a las familias de acogida deberán acreditar que el acogimiento se hace sin ánimo de lucro y para ello “no podrá existir con anterioridad al acogimiento testamento o transmisión de bienes o derechos a título gratuito hechos a su favor por parte de la persona acogida”, indican en la Consellería de Política Social.

Además el hogar en el que residan la familia de acogida y el mayor debe cumplir una serie de condiciones como tener fácil acceso, suficientes condiciones higiénicas y de salubridad y carecer de barreras que, según las características de cada acogido, puedan dificultar el mayor desarrollo su vida diaria con normalidad.

Las ayudas mensuales varían en función de si el mayor es dependiente o no y de si vive en su casa o en la de la familia de acogida. Los hogares que acojan a un mayor autónomo para hacer sus actividades diarias en su vivienda recibirán 421 euros al mes y 252 si pasan a residir en casa del acogido. Las cuantías oscilan entre los 420 y los 700 si la persona acogida es dependiente. El beneficiario aporta el 60% de la prestación. Para solicitar entrar en este programa y decir adiós a la soledad del hogar unipersonal hay que acudir a los servicios sociales del concello, al centro de salud o informarse en el 900 333 666.