Green Day, Soziedad Alkohólika, Love of Lesbian, Gary Clark Jr., La Pegatina y ahora La Polla Records. El currículo profesional de Manu Viqueira (A Coruña, 1980) en la categoría de vídeos musicales ha sumado a la legendaria banda vasca de punk, que en 2019 resurgió de sus cenizas y del olvido con una gira de conciertos dieciséis años después de su disolución. Más que un videoclip que visualice el contenido de una canción, lo que el realizador y creativo coruñés ha diseñado es el acompañamiento animado del documental No somos nada, dirigido por el cineasta peruano Javier Corcuera, responsable de los también documentales La espalda del mundo, Invierno en Bagdad y Checkpoint Rock. La cinta se estrenó con una gran acogida de público el mes pasado en el Festival de Cine de San Sebastián.

“Vimos a gente llorar, amigos del grupo, viejos punkies que se emocionaban volviendo a escuchar a La Polla Records o cuando se hablaba de gente que había muerto”, recuerda Viqueira. Hubo lleno en las dos salas que proyectaron el documental. La música hizo explotar las emociones más intensas.

Con el coruñés ha colaborado David Rodríguez Simón en No somos nada. Los dos hicieron tándem hace cinco años para trabajar en el vídeo del tema Troubled times, de la banda californiana Green Day. Aquello fue un inesperado impulso profesional que les puso en contacto con otros músicos extranjeros y nacionales. Uno de ellos fue Soziedad Alkohólika, la banda de hardcore vitoriana, y a través de su agente llegó hasta Evaristo Páramos, líder carismático de La Polla Records y años después de Gatillazo, un nombre de letras mayúsculas del rock radical vasco. Por entonces, Corcuera preparaba ya su película sobre el grupo, conoció el trabajo de Viqueira para otros grupos musicales y no dudó en contar con él.

Empezó así el viaje de preparación del realizador gallego, que se empapó como pudo del punk hecho en el País Vasco, como si fuera “un tipo normal” en un entorno de crestas, pinchos, ropa rota o con remiendos, mucha cerveza y la música a volumen muy alto. “Javier me invitó a los primeros conciertos privados que dio la banda en su regreso”, recuerda. “Eran solo para amigos: uno en Vitoria, una fiesta de amigos punkies; y otro en un pub de Oñate, donde vive Evaristo. Me pasé dos días sacando fotos del lugar, podría recrearlo con animación. Al final usamos las de Agurain, su pueblo. Todo aquello, la zona, las gentes y sus amigos me sirvieron de inspiración”.

Corcuera utilizó unos cinco minutos de metraje animado, siete menos que los previstos en el plan inicial. Su compenetración artística con Viqueira fue “estupenda”, dice el coruñés. “Yo tenía mis anotaciones y Javier me daba ideas que luego sumaba a las mías. El resultado de la animación es una mezcla entre las propuestas de uno y otro, imágenes que acompañan a las canciones, a lo que pasa en la gira española y latinoamericana de regreso del grupo y a la historia propia de Evaristo”, explica.

Javier quedó contento con cómo quedó incrustada la inventiva visual de Viqueira en la película, que “da un golpe de efecto en la narración y crea un buen contraste entre la imagen real y la animada”, describe el realizador. “Me sorprendió mucho el talento y la calidad del trabajo de Manu al conocerlo. Pensé que era fundamental que su animación fuera parte de la historia. Entre los dos surgieron muchas ideas. La película no sería la misma sin su aportación. Es un gran artista y me gustaría que repitiésemos en alguna otra aventura”, añade agradecido Corcuera.

¿Era necesario tener espíritu punk para involucrarse de lleno en la radical historia de La Polla Records? Viqueira ríe. Porque a él le gusta todo tipo de música, asegura, y antes de descubrir el punk vasco se hartó de escuchar primero el punk rock de California, motivado por su afición al surf y al deporte, y después el británico. Evaristo y compañía le estaban esperando.