La comunidad científica que estudia el comportamiento del volcán de La Palma no cree que el proceso eruptivo que se inició el pasado 19 de septiembre vaya a acabar a corto o medio plazo. Las 17.774 toneladas de dióxido de azufre que continúa emitiendo al día el Cumbre Vieja no es un indicador que favorezca el cese de la actividad en el volcán.

María José Blanco, directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN), aseguró en la comparecencia de prensa de ayer que para acercarnos a una situación de paro de la erupción esos niveles tendrían que descender a 100 toneladas.

También subrayó que otros dos parámetros a tener en cuenta en la mejora del actual escenario se asocian a la deformación del suelo y la sismicidad, pero en ambos casos estas variantes se mantienen estables, según los datos recogidos en las jornadas anteriores. En la actualidad, el terreno que está afectado por el avance de las coladas ocupa el 8% de la superficie de la denominada isla bonita.

A pesar de la “estabilidad” que apunta Blanco en materia de sismicidad, a las 15.33 horas de ayer, el IGN localizó en Mazo un terremoto de grado 4,4 en la escala Richter, a unos 36 kilómetros de profundidad. Este es el episodio más intenso desde el inicio del enjambre sísmico anterior a la erupción del volcán; el segundo terremoto de mayor calado también se detectó en la Villa de Mazo hace una semana. Entonces, los expertos del Instituto Geográfico Nacional registraron un movimiento de 4,3 grados Richter, a 35 kilómetros de la superficie.

Aunque la calidad del aire en 24 horas estaba ayer en unos umbrales de normalidad, el director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende, adelantó que “en los próximos días se pueden producir nuevos confinamientos debido a la llegada de una densa cortina de polvo sahariano”. Sobre todo, a partir del 15 y 16 de octubre, viernes y sábado, coincidiendo con la entrada de una masa de aire continental y seca, el contacto de los gases emitidos —la cortina alcanza una altura de 3.000 metros— y las partículas que dan origen a la calima pueden ocasionar problemas respiratorios.

Respecto a la posibilidad de que haya nuevas evacuaciones —en estos instantes hay 6.400 personas desalojadas en la isla canaria, de las 5.700 fueron auxiliadas en una primera fase y 700 el pasado martes—, todo dependerá de los cambios que se produzcan en las trayectorias de las coladas que más preocupan a los científicos. El costado norte del volcán se mueve en dirección oeste y noroeste a una velocidad “muy lenta” pero con rumbo a La Laguna.

Miguel Ángel Morcuende avanza sobre esta lengua de lava que aún existe la posibilidad de que “aborte” su avance, es decir, que no vuelva a caminar. Ese frente se sometió durante la tarde de ayer a una vigilancia extrema. Su cabecera se encuentra a menos de 200 metros de la costa de Tazacorte, pero el brazo que ha crecido hacia el noroeste, que fue el que cruzó hace unos días en diagonal el Callejón de la Gata (Los Llanos de Aridane), está perdiendo intensidad.

El director técnico del Pevolca centró una parte importante de su análisis de la jornada en la idea de que La Palma es una isla segura. “El 92% de su territorio no se encuentra afectado por la erupción”, avanzó Morcuende al tiempo que recordaba a los periodistas que “salvo el Valle de Aridane, en el resto de La Palma la vida transcurre con normalidad”.

El pronóstico de Sánchez

“No parece que podamos ver en los próximos días una reducción de la erupción ni que el final esté”, auguraba también ayer el presidente del Gobierno,Pedro Sánchez, quien insistió en que desde el Estado ya se está trabajando en la reconstrucción de la isla cuando el volcán termine definitivamente. En ese sentido, Sánchez defendió que para atender a los afectados por las coladas de magma ya se han puesto sobre la mesa un total de 214 millones de euros, cifra a la que hay que sumar otras líneas abiertas.