Una sede nada sostenible

La ciudad de Sharm el-Sheij está rodeada por un muro que da acceso a piscinas y ‘resorts’ paradisiacos

Un empleado limpia la entrada del Red Sea Resort, donde se celebra la cumbre.   | // M.A. EL GHANY

Un empleado limpia la entrada del Red Sea Resort, donde se celebra la cumbre. | // M.A. EL GHANY / ANDREA LÓPEZ-TOMÀS

ANDREA LÓPEZ-TOMÀS

Los miles de asistentes a la cumbre de Sharm el-Sheij tendrán que cruzar un muro. Dejarán el vasto desierto de la península del Sinaí y hallarán un paraíso cristalino. Mientras turistas y curiosos chapotean en el agua, en los grandes centros de convenciones patrocinados por las empresas más contaminadoras del mundo, los líderes globales pensarán cómo remediar la emergencia climática.

Sharm el-Sheij es la joya de la corona turística de Egipto. Sobre todo desde que en 2019 las autoridades construyeron un muro alrededor de la ciudad. En el amplio desierto que domina el Sinaí, Estado Islámico se ha hecho fuerte durante los últimos años. La violencia convirtió a la urbe egipcia en una localidad fantasma en 2015 cuando el grupo terrorista reivindicó el derribo de un avión ruso que acabó con las vidas de las 225 personas a bordo. Sin el turismo, la comunidad autóctona, en su gran mayoría beduina, perdía su forma de vida.

Por ello, se construyó un muro que “recuerda al de Palestina”, como dicen algunos ciudadanos. Son 36 kilómetros de cemento y alambre. Solo cuatro accesos estrictamente vigilados abren las puertas del paraíso a los miles de turistas que Sharm el-Sheij ha recuperado. El pequeño aeropuerto de la ciudad aislada a orillas del mar Rojo recibirá decenas, si no centenares, de vuelos en apenas un par de semanas. Los expertos ponen en duda que las decisiones que se tomen durante esos días puedan neutralizar todas esas emisiones de carbono arrojadas a la atmósfera.

Se ha trabajado contra reloj en la localidad de apenas 42 kilómetros cuadrados para hacerla sostenible, aunque el camino para lograrlo no lo haya sido. Carreteras por estrenar, autopistas ampliadas en pleno desierto, pasarelas relucientes, un nuevo centro comercial y paneles solares recién instalados son solo algunas de las novedades construidas desde junio. En un país con el 30 por ciento de su población viviendo bajo el umbral de la pobreza, más de 650 millones de dólares han sido invertidos en el desarrollo de la ciudad para la conferencia.