O Son do Camiño se despide con deberes
El festival cierra con éxito de público, que alabó el ‘cashless’ y la oferta de ‘foodtrucks’; pero suspendió la idea de escenario gemelo
Contentar a más de 120.000 personas en un macrofestival es cosa complicada y en esta edición O Son do Camiño finalizó con éxito de venta de entradas pero con deberes para el próximo año.
Comencemos por los puntos a favor tras preguntar a varios asistentes. Por un lado, se valoró la pulserita para los pagos (cashless) ya que con ella ganaron tiempo y comodidad evitando numerosas colas. Otro tanto a favor fue una mayor oferta de los foodtrucks.
También se vio bien que el recinto lucía lleno lo que a priori pintaba un buen ambiente; mientras que se destacó la calidad del sonido así como del juego de luces. En general, hubo una sensación de menos aglomeraciones en las barras. En cuanto a las actuaciones de Aitana y Maluma, gustaron en general a sus fans por el show mostrado, aunque otras voces criticaron su inclusión y la de Bizarrap en el festival.
En el lado negativo de cosas de las que se debe tomar nota para la próxima edición, los asistentes preguntados indicaron sobre todo una: los escenario gemelos.
Hasta el pasado año, O Son do Camiño ofertaba dos escenarios en los que gran parte del tiempo se ofrecían conciertos simultáneos. Desde la organización anotaron que mucha gente corría por el recinto para llegar a tiempo a un directo que iba a comenzar o ya había empezado en el otro escenario.
Como solución, decidieron colocar dos escenarios contiguos —gemelos— en el anfiteatro. La principal queja al respecto fue que muchos asistentes se quedaban en las primeras filas guardando sitio desde media tarde para los conciertos que querían ver de la noche, especialmente los de Aitana o Maluma. Como consecuencia, en el directo de grupos como Ginebras o los Kayser Chiefs se vio a decenas de jóvenes que se saltaron la norma no escrita de los festivales de que se renueva el público para cada actuación. En lugar de eso, optaron por permanecer sentados en las dos o tres primeras filas incluso dando la espalda al escenario, lo que fue criticado desde el micro incluso por Ginebras.
“Ignoraban a los que estaban actuando en el escenario e impedían a los fans de las bandas estar en las primeras filas mientras hablaban y no prestaban actuación a la actuación”, criticó un asistente preguntado por este diario.
“Lo del escenario gemelo es un error. La gente no se iba de las primeras filas entre concierto y concierto. Como consecuencia, había un ambiente muy frío en algunas actuaciones como la de Vetusta Morla, cuando su público es siempre muy entregado”, añadió otro integrante del público del festival compostelano.
Ambos coinciden en que convendría revisar el eclecticismo del cartel para futuras ediciones, ya que no funciona del todo bien mezclar en un mismo escenario a los fans de propuestas indies con otras de corte más urbano o de triunfitos. La dificultad de acierto total en un macrofestival es una asignatura complicada. No obstante, O Son do Camiño se alzó una vez más como un espacio de encuentro.
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