La Guardia Civil quiso investigar la muerte de los abuelos de Asunta y la cremación lo impidió

Los padres de Rosario Porto tenían buena salud y fallecieron por causas naturales con apenas siete meses de diferencia un año antes del asesinato de la pequeña

Flores en recuerdo de Asunta en la cuneta donde apareció.  | // X. ÁLVAREZ

Flores en recuerdo de Asunta en la cuneta donde apareció. | // X. ÁLVAREZ / Arturo Reboyras

Arturo Reboyras

Las sospechas que tanto se comentaron en Santiago sobre la muerte repentina de Francisco Porto y Socorro Ortega, tras conocerse el asesinato de su nieta Asunta, no se limitaron a simples habladurías o especulaciones en medio de uno de los casos criminales más mediáticos de los últimos tiempos en España. Aunque el juez José Antonio Vázquez Taín negó en alguna ocasión que se pretendiesen llevar a cabo pesquisas sobre el fallecimiento de los padres de Rosario Porto, la Policía Judicial de la Guardia Civil se planteó seriamente cuando se produjo el crimen de la niña de 12 años una investigación paralela para tratar de esclarecer las causas de la muerte del matrimonio compostelano. Así lo confirman fuentes policiales que participaron en el caso hace diez años, cuando el cuerpo de Asunta fue hallado sin vida en una pista forestal del municipio vecino de Teo.

El abogado Francisco Porto y su mujer, Socorro Ortega, profesora de Historia de la Universidad de Santiago, habían fallecido con apenas siete meses de diferencia, entre diciembre de 2011 y julio de 2012. Murieron de forma repentina: primero ella, y luego, él. Su muerte generó cierta sorpresa en su entorno, puesto que no se les conocían enfermedades graves, más allá de los achaques propios de la edad. Pero en aquel momento nadie llegó a sospechar y, mucho menos, a pensar que su queridísima y respetada hija “Charín” —que se apresuró a incinerar los cuerpos inmediatamente después de los decesos de ambos— pudiese estar detrás de estos trágicos acontecimientos. Tanto Socorro como Francisco murieron en la cama mientras dormían, en su domicilio de la calle Xeneral Pardiñas y por supuestas causas naturales. Pero la cosa cambió cuando Rosario Porto y su exmarido, Alfonso Basterra, fueron acusados del asesinato de su hija Asunta, tras su muerte el 21 de septiembre de 2013, hace justo una década. En aquel momento surgió incluso en el círculo más cercano de la familia una desconfianza acerca de la muerte de los abuelos. No obstante, todas las esperanzas se desvanecieron cuando los investigadores comprobaron que los cuerpos de Francisco Porto (88 años) y Socorro Ortega (78 años) habían sido incinerados sin practicárseles la autopsia.

Con sus óbitos, Rosario Porto, que en el momento del asesinato de Asunta estaba intentando comenzar una nueva vida tras su separación de Alfonso Basterra, heredó el importantísimo patrimonio familiar. Solo en bienes inmuebles se valoró (en el momento del suicidio de Rosario en la cárcel de Brieva-Ávila en 2020) en 1,2 millones de euros. La vivienda de sus padres en la calle Xeneral Pardiñas, se llegó a tasar en medio millón de euros. La heredera de Charo, María Teresa Sampedro, consiguió vender esta propiedad.

En algo menos se valoraría el piso de la calle Doutor Teixeiro, donde vivía la propia Charo Porto con su hija Asunta. Sampedro ha decidido quedarse con este piso, al igual que con el apartamento de verano que el matrimonio Porto Ortega adquirió en el municipio de Vilanova de Arousa. Por otro lado, estaría el chalé de Teo donde, según la sentencia, Charo Porto y Alfonso Basterra quitaron la vida a su hija. La casona lleva años a la venta y el casi millón de euros que Rosario Porto pedía al principio tuvo que ser rebajado en varias ocasiones hasta la mitad. Frecuentada por okupas, en 2020 sufrió un devastador incendio. Ahora, también es de Sampedro.

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