La música “afina” genes alterados en pacientes con dolencias neurodegenerativas

El proyecto gallego Sensoxenoma, con participación de la Real Filharmonía, muestra el efecto beneficioso de la melodía en personas con deterioro cognitivo

Actuación de la Real Filharmonía de Galicia como parte del proyecto Sensoxenoma.  | // USC

Actuación de la Real Filharmonía de Galicia como parte del proyecto Sensoxenoma. | // USC / Koro Martínez

Koro Martínez

Que siga sonando la música en un proyecto innovador en la frontera del conocimiento como Sensoxenoma, y que cuente con el respaldo financiero que precisa para poder seguir profundizando en una nueva vía en la que se ha constatado que las melodías afinan la expresión de los genes alterados en pacientes con patologías neurodegenerativas, son las dos principales reivindicaciones de la orquesta que conforman científicos del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), miembros de la Real Filharmonía y asociaciones de afectados.

Es lo que se puso sobre la mesa durante la presentación de los primeros resultados de este proyecto investigador impulsado por el Grupo de Xenética de Poboacións en Medicina (GenPoB) y el Grupo de Investigación en Xenética, Vacinas e Enfermidades Infecciosas (GenVIP) de la Universidade de Santiago (USC) y el IDIS, liderados por el catedrático Antonio Salas y el jefe de Pediatría del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), Federico Martinón, en un encuentro en el que participaron la coordinadora de Sensoxenoma, Laura Navarro; la directora técnica de la Real Filharmonía, Sabela García, y la gerente del área sanitaria del CHUS, Eloína Núñez.

Partiendo de “nuestra primera hipótesis de trabajo de que detrás de toda esa plasticidad cerebral, de la capacidad que tiene la música para generar cambios en el cerebro, debía haber moléculas”, según Antonio Salas, lo que se ha podido comprobar es que “hemos sido capaces de recuperar 35.000 moléculas que representan lo que expresan esos genes; digamos que los genes son una partitura que hay que interpretar, y hemos logrado superar el reto de rescatar 35.000 moléculas de esas partituras genómicas que representan esas alteraciones que provoca la música”. Lo consiguieron tras analizar muestras de usuarios de la asociación de alzhéimer Agadea y de personas sanas asistentes a los conciertos de la Real Filharmonía en los que el año pasado se extrajeron muestras de sangre y de saliva antes y después de la actuación, en una iniciativa en la que colaboró también Sanarte.

Salas resaltó que los primeros resultados apuntan a que “hay miles de genes que se alteran y, además, la música impacta de forma diferente en los genes de los pacientes y en los de personas sin deterioro cognitivo”, puesto que “los afectados son más sensibles a la música, impacta en el doble de genes”.

Tras reconocer que es difícil afinar el rol que juega cada uno de esos genes en la patología en relación a la música, indicó que “es mucho más fácil entender esas rutas que están siendo modificadas, ver que los pacientes tienden a expresar un poco más que las personas sanas, puesto que éstas dosifican un poco mejor esa expresión génica”.

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