Aitana, del empoderamiento a la hipersexualización

La artista, con un importante número de seguidores de corta edad, reivindica su “madurez” ante las críticas por el contenido y estética de su espectáculo

Aitana en un concierto de la gira de su nuevo disco, "Alpha"

Aitana en un concierto de la gira de su nuevo disco, "Alpha"

M. gonzález

Alpha Tour, la tercera gira de conciertos de Aitana, ha generado una lluvia de críticas por el alto contenido erótico de sus bailes. La polémica surge por el público que, hasta ahora, seguía mayoritariamente a la catalana, adorada por niños y niñas. El erotismo y estética que ahora muestra han chocado entre muchos padres y madres, escandalizados por el cambio radical de la artista.

Ante esta lluvia de críticas, Aitana no se esconde y afirma que ha madurado. Ya no es aquella niña que se dio a conocer en Operación Triunfo. “En este disco hay una Aitana más madura. Rebelde he sido siempre lo que pasa es que es verdad que en 11 razones —su anterior álbum— era más light porque tenía menos edad y tenía menos experiencias. Ahora que he vivido un poquito más me apetecía hacer unas canciones, que son iguales en cuanto a amor y desamor, pero que hablasen también de empoderamiento”, contaba tras su actuación en Valencia. En Málaga volvía a repetir las mismas coreografías: “Os animo a ser libres y a hacer lo que os dé la gana”. Y en Barcelona se reafirmaba: “La vida son cambios todo el tiempo, hay que pensar que muchas veces esos cambios son para mejor”.

Ante este argumento, ¿está justificada la polémica? “Se justifica desde la perspectiva de que muchas coreografías eran sexualmente explícitas y que podrían ser inapropiadas para su audiencia, especialmente si no se informó adecuadamente sobre el contenido del espectáculo, ya que en el caso concreto de Aitana muchos de sus seguidores son niños y adolescentes”, subraya la psicóloga Paula Rodríguez.

“Si se tiene claro que a este tipo de espectáculos pueden acudir menores, se debería valorar si el mismo está acorde. Para videojuegos, series y películas hay estándares relacionados con la franja de edad, los conciertos no deberían ser una excepción. Luego vendría el debate más complicado de qué puede ver cada edad y qué no”, sostiene el psicólogo Daniel Novoa.

En este sentido, Paula Rodríguez considera que “Aitana tiene derecho a expresarse artísticamente, explorar diferentes registros y exhibirse de la manera que le plazca. Pero, teniendo en cuenta el perfil de sus seguidores, sería más adecuado que anunciase previamente si su espectáculo contiene explícitamente esta clase de representaciones de índole sexual, para que los padres y las madres puedan decidir si asistir con sus hijos o no. Muchas de las representaciones de Aitana en su concierto estarían calificadas como +16 en las plataformas audiovisuales”, subraya.

“El mundo de la música, como otros muchos espacios, sabe que lo erótico y sexual llama la atención y vende más. Muchos artistas lo hacen”, afirma Novoa, que no entiende el “doble rasero” por el que se critica la actuación de Aitana y no la de otros artistas como, por ejemplo, Maluma, Shakira o Beyoncé.

“Cada artista tiene su estilo y enfoque único, pero creo que últimamente muchos de ellos están focalizando sus letras, shows y contenidos en la exaltación del sexo superficial y en modelos de relaciones de desigualdad. Muchos de los mensajes que extraemos de las letras de algunos estilos de música como el reguetón cosifican a las personas, especialmente a las mujeres”, analiza Paula Rodríguez. “Creo que parten de la idea equivocada de que esta clase de contenidos es lo que vende y mueve masas. Nada más lejos de la realidad. Hace poco, la artista islandesa Björk ha llenado el Wizink Center de Madrid y fue tan aplaudida o más que Aitana por aprovechar su espectáculo para concienciar sobre el cambio climático. Tanto es así que hace unos días la cantante Rosalía anunciaba una colaboración con esta artista con fines benéficos”.

Ante la exposición de los niños a un contenido hipersexualizado, Daniel Novoa indica que “el problema radica en que los niños copian los modelos que ven”. “Si los padres y la sociedad consideran que ese modelo es digno de imitar, entiendo que no ven problema. Los que consideran que un niño no debería imitar estos modelos de baile, o incluso de relación, deberían preocuparse por que sus hijos no se expongan a modelos demasiado sexualizados”. Y advierte: “El acceso al móvil y a Internet de menores debe ser siempre supervisado”. “Si expones a este tipo de contenido a tus hijos o hijas, luego no te sorprendas si los ves copiando conductas, el modelado es un proceso de aprendizaje más que sabido. No es tanto cuestión de decirle a los padres lo que tienen que hacer, si no de advertirles qué puede pasar si no intervienen en los contenidos que ven sus hijos”, añade.

El antropólogo Alberto Vilaboa considera “negativo” que se utilice un contenido o una imagen hipersexualizada “como enganche de un artículo de consumo, para ganar likes en las redes, generando toda esa expectativa con lo influenciable que es la juventud”, analiza: “Eso debería llamar a una reflexión seria sobre que los personajes públicos deberían tener consideración con el mensaje que están mandando”.

En este sentido, considera que “la hipersexualización se basa en una serie de estereotipos de mujer ideal, con una estética y unos cánones físicos perfectos, que genera todos los problemas añadidos que se están dando ahora. Puede generar mucha frustración en los jóvenes”, advierte.

“Es de vital importancia considerar cómo el contenido sexualizado puede afectar la percepción y el desarrollo de los niños y niñas, cómo aprenden en automático y normalizan modelos de relación inapropiados, que luego imitarán de una manera u otra”, afirma Paula Rodríguez. “No olvidemos que, como seña Albert Bandura en su Teoría del Aprendizaje Social, se aprende más por observación que por instrucción”.

“Si pretendes que tu público sea de todas las edades, entiendo que es obligado que midas tus actuaciones para no herir sensibilidades”, sostiene Daniel Novoa. “Los mensajes de libertad sexual están bien y no deben ser vetados, pero también se echa de menos que se envíen otra clase de mensajes que pongan de relieve otra clase de valores como, por ejemplo, el buen trato, el respeto, el cuidado del otro, el fomento de la conciencia social, etc.”, analiza Paula Rodríguez. “Creo que es importante que sean conscientes de su influencia y gestionen con responsabilidad los modelos que exhiben y, sobre todo, que presten especial atención a los tipos de personas que forman parte de esas masas que mueven; en el caso de Aitana, la gran mayoría niños y adolescentes”.

“La sexualidad o el sexo es algo natural, otra cosa es cómo lo utilices; no deja de ser un lenguaje también y ese leguaje tiene un contenido, por lo que tienes que ver qué contenidos estás exponiendo en estos espectáculos”, afirma Vilaboa, que valora de forma más positiva “a Rigoberta Bandini, por ejemplo, porque da un mensaje de empoderamiento de la mujer mucho más real e integrador”. También destaca que se podría generar el debate de “dónde está el límite del erotismo y la pornografía”.

Camino Rodríguez, psicóloga sanitaria, sexóloga y terapeuta EMDR, indica que el escándalo generado por el cambio de registro de Aitana tiene más que ver “con nuestro concepto de lo que esperamos de ella, por la imagen que ha tenido siempre, de chica jovencita, inocente”, pero también destaca que “no hay que olvidar que Aitana no es una artista infantil”.

Rodríguez habla de un doble rasero a la hora de juzgar el tema de Aitana, porque “somos mucho más exigentes con la hipersexualización de la mujer. Es como si las cantantes necesitasen demostrar mucho más físicamente”, afirma, y pone ejemplos como el de Jennifer López, “que con 50 años está estupendísima y siempre sale en sus conciertos vendiendo también esa parte de baile y espectáculo que quizá con los hombres no se exige tanto”. En el polo opuesto, artistas como Maluma, que “si sale sin camiseta al escenario, no nos escandalizamos”.

Así, analiza los dos posicionamientos que ha generado el cambio de Aitana: “Hay personas que la defienden porque tiene derecho a hacer lo que le dé la gana, que es su cuerpo y demás; y, luego, los que defienden o dicen que no tenemos que hipersexualizarnos para brillar”, e insiste en esa “doble moral” a la hora de juzgar a las mujeres: “A las cantantes o actrices, por ejemplo, siempre se les exige una belleza permanente, estar siempre estupendas, sin arrugas... Pero luego, si salen del canon que se espera, en el caso de Aitana, que actúe como una niña cuando no lo es, se la critica”. “Las mujeres adultas también tenemos una sexualidad y tratar de negarla no es bueno”, añade.

Aunque también considera que, “siendo una figura pública y teniendo un gran impacto”, sería deseable cierta responsabilidad en cuanto a la imagen que proyecta. “Tampoco creo que tengas que controlar o fingir algo que no eres, sino simplemente tener más cuidado con lo que transmites”.

En cuanto a las reacciones ante su puesta en escena en la gira, afirma que “a veces nos escandalizamos porque vemos con ojos de adulto cosas que el niño, realmente, no está interpretando así”. Habla de niños en edades tempranas, no adolescentes o preadolescenes, matiza al tiempo que subraya la importancia “de la educación sexual” y de abordar el tema “con naturalidad”, indicándoles que “se trata de un espectáculo musical y no de otra cosa, y recalcarlo”.

“Me gustaría que, socialmente, lo que llamara para generar dinero no fueran esos contenidos, sino que fuera una música más adaptada a su desarrollo personal también”, dice la pedagoga Paula Suárez, especializada en conducta e intervención social. En este caso, opina que “se está blanqueando la violencia a nivel sexual y el contenido que le llevamos a la infancia, con todas las consecuencias que tiene, porque el mensaje es que una mujer se convierte en un objeto sexual”. “Mostrarse así, ya no me refiero solamente a Aitana, sino en líneas generales, lo que hace es visibilizar formas de violencia”, añade.

También aporta una reflexión importante sobre que se critique socialmente a una mujer como Aitana, por algo que “estamos viendo constantemente en otros artistas”. “En los videoclips de chicos todo el entorno que sale a su alrededor suelen ser mujeres sexualizadas. Y no existe debate sobre eso. ¿Por qué ahora con Aitana sí?”, se cuestiona. “Se abre el debate con ella, pero creo que debería trasladarse a toda la industria musical, y abrir una reflexión sobre hacia dónde queremos que la infancia camine a través de esas personas en las que ellos se reflejan”.

En cuanto al punto de vista de los padres de los menores que idolatran a la artista, “es importante que la familia, como ente educador, priorice los hobbies de sus hijos o sus hijas a la hora de decidir a qué conciertos ir o no o qué música es adecuada”. “No se trata de prohibir, pero sí tener en cuenta que ir a un concierto así entra en la decisión familiar sobre si quiero o no que mi hijo vea esto o en qué contexto educativo lo enmarcas para que ellos entiendan que forma parte de un producto, de un espectáculo, que no es real”.

También considera que la artista tiene derecho a explorar nuevos registros, pero “los niños tienen derecho a ser respetados”, en relación a que “les estamos ofreciendo un registro que seguramente no sean capaces de asumir o de entender en toda su realidad”.

Suscríbete para seguir leyendo