La misteriosa extinción del simio de tres metros

Científicos internacionales indagan por qué desapareció el mayor primate de la historia

Representación de varios ‘Gigantopithecus blacki’.

Representación de varios ‘Gigantopithecus blacki’. / Joannes Boyau

Valentina Raffio

Hace unos 300.000 años, en las llanuras kársticas que ahora identificamos como el sur de China, vagaban unos simios de tres metros de altura y más de 250 kilos. Estos gigantescos primates (Gigantopithecus blacki), con los que compartimos un cierto parentesco, fueron los más grandes que jamás han pisado el planeta. Pero, pese a su poderío, de pronto desaparecieron. ¿Cómo puede ser que unos animales tan majestuosos acabaran borrados de la faz de la Tierra? Una investigación publicada el pasado miércoles en Nature aporta las primeras pistas para resolver este enigma.

La existencia de estos simios fue desenterrada hace varias décadas, cuando un equipo de investigadores encontró unos 2.000 dientes y cuatro mandíbulas fosilizadas. El hallazgo sorprendió a los expertos porque, por un lado, nunca se había encontrado un simio tan grande y, por el otro, porque planteaba el misterio de su desaparición.

“La historia de G. blacki es un enigma en paleontología: ¿cómo pudo extinguirse una criatura tan poderosa en un momento en que otros primates se estaban adaptando y sobreviviendo? Su desaparición se ha convertido en el Santo Grial de esta disciplina”, afirma el paleontólogo Yingqi Zhang, investigador del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de Ciencias (IVPP) y coautor del estudio.

Un equipo internacional de investigadores empezó a recopilar muestras en más de 20 cuevas de la provincia de Guangxi, en el sur de China, donde, según investigaciones anteriores, ya se habían hallado restos de estos gigantescos simios. A partir de ahí se aplicaron técnicas de datación para conocer la edad de los restos fósiles.

Esos análisis proporcionaron las piezas del puzle para entender el contexto en el que vivieron y desaparecieron los G. blacki. Pero la clave para ensamblar este rompecabezas acabaron hallándola en los dientes de este animal. “Los fósiles dentales de estos simios nos proporcionaron una visión asombrosa del comportamiento de la especie: desde su alimentación hasta sus patrones de conducta”, explica Joannes-Boyau, uno de los investigadores.

Demasiado quisquillosos

Las conclusiones de estos análisis son más que asombrosas. Resulta que los G. blacki desaparecieron hace entre 295.000 y 215.000 años, mucho antes de lo que se creía. En parte porque no supieron adaptar su alimentación al entorno cambiante de su era. Y en parte, porque en aquel entonces el planeta estaba viviendo cambios ambientales tan bruscos que acabaron desestabilizando sus hábitats y los empujó a la desaparición. “G. blacki tenía un comportamiento demasiado estricto, sobre todo en comparación con otros parientes que supieron adaptarse de forma más ágil, y esto fue lo que finalmente lo llevó a la extinción”, afirma Zhang.

Según explican los investigadores, los orangutanes, los parientes más cercanos a este animal, “adaptaron su tamaño, comportamiento y preferencias de hábitat a medida que cambiaban las condiciones”. G. blacki, en cambio, tan solo dependía de una fuente de alimento (que, además, era menos nutritiva), solo se movía por un rango geográfico muy limitado y, en general, no se las apañaba demasiado bien frente a las adversidades. Esto fue lo que acabó acorralándolo. Hasta su extinción.

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