Las promotoras que construyan con madera podrán vender aire limpio en el mercado

Obtendrán así una compensación por contribuir a la reducción de emisiones

Se incluirán también en el negocio las explotaciones agroganaderas que apliquen prácticas sostenibles

Casa construida en madera y piedra. |   // RICARDO GROBAS

Casa construida en madera y piedra. | // RICARDO GROBAS / Paula Pérez

Paula Pérez

La venta de aire limpio es cada vez un negocio más rentable. Ya hay 342 montes gallegos que venden su capacidad de captar CO2 a aquellas empresas que quieren compensar su huella de carbono y obtienen así unos ingresos extra. La Xunta aventura incluso que este mercado se convertirá en el futuro en la principal fuente de ingresos económicos de los propietarios forestales, por encima incluso de la venta de la madera. Y la Consellería de Medio Rural ha decidido ahora ampliar este negocio para que se beneficien también explotaciones ganaderas y agrícolas que apliquen prácticas sostenibles, así como promotoras inmobiliarias y demás agentes del sector de la construcción que empleen la madera en las edificaciones.

“Su utilización en las estructuras de los edificios tiene una doble ventaja. Esa madera está secuestrando carbono, porque almacena carbono dentro, y, por otro lado, sustituye a materiales como el hormigón o el acero que son más intensivos. Por lo tanto, tiene una doble función de absorción y de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”, explica el director de la Axencia Galega de Industria Forestal, Jacobo Aboal.

Por otro lado, las explotaciones agroganaderas que apliquen buenas prácticas como la reducción de fertilizantes o aumentar los periodos de barbecho están contribuyendo también a reducir sus emisiones de CO2 a la atmósfera y, por lo tanto, también podrán vender estos créditos de carbono a empresas contaminantes.

Así aparecerá contemplado en el nuevo decreto que regula el sistema de créditos de carbono de la Xunta y que se encuentra ahora mismo en fase de consultas previas. Existe ya un mercado de carbono regulado por el Ministerio de Transición Ecológica, pero está limitado a los proyectos de restauración de montes quemados y a la reforestación de superficies que estuvieran desarboladas desde 1989. Y, aún así, el volumen de terrenos forestales que se ha lanzado a la venta de aire limpio se ha triplicado en solo dos años.

Se calcula cuánto CO2 captan estas masas forestales y se traduce en créditos de carbono que se pagan hasta a 40 euros la tonelada. “La expectativa es que en cuatro o cinco años los precios lleguen a 60 ó 70 euros la tonelada”, apunta Aboal.

La Xunta quiere extender este mercado e incluir no solo los montes quemados o reforestados recientemente sino también los terrenos forestales ordenados, es decir, aquellos que estén bien gestionados. En este caso, no se venderá la totalidad del dióxido de carbono que capten estas masas. Se calculará cuánto CO2 secuestran a mayores tras aplicar buenas prácticas silvícolas. Esa diferencia será la que se traduzca en créditos de carbono que puedan vender en el mercado.

Y, además de los montes ordenados, se incluirá en el negocio a las explotaciones agroganaderas y al sector de la construcción, pero la manera en la que se cuantificarán los créditos de carbono que podrán vender aún no se ha decidido. Se creará precisamente un comité de expertos que definirá la metodología para cuantificarlo.

El director de la Axencia Galega de Industria Forestal explica que cada crédito de carbono equivale a una tonelada de dióxido de carbono equivalente —aunque hay más gases de efecto invernadero que el CO2 pero se traducen todos en dióxido de carbono—. En el caso de las explotaciones ganaderas se calculará en cuánto han reducido sus emisiones tras la aplicación de prácticas sostenibles medioambientalmente.

En cuanto al sector de la construcción, la Xunta apuesta por qué se puedan beneficiar todos los actores de la cadena, desde el silvicultor que pone la madera para construir, al constructor y el promotor sea público o privado. Esto será además una forma de incentivar el uso de la madera en la construcción, dando así un empuje a esta industria y aumentando, al mismo tiempo, la rentabilidad de los montes de forma que se reduzca su abandono. Por cada tonelada de madera en construcción, en sustitución de hormigón y cemento, se calcula que se reduce en 4 toneladas de CO2 equivalente la huella climática del edificio.

Además la venta de créditos de carbono servirá para compensar parte de los sobrecostes que afrontan los promotores por el uso de madera, en lugar de los materiales tradicionales. Ya hay países europeos, como los escandinavos, donde ya se comercializa la reducción de emisiones a la que contribuyen estos edificios en madera.

Aunque la compra de créditos de carbono por parte de las empresas es voluntaria, Jacobo Aboal advierte que es un mercado al alza y hay cada vez más demanda. ”Hay muchas empresas que por su responsabilidad social corporativa o los propios administradores se tienen fijado el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en el año 2030, 2040 ó 2050 y si emiten gases de efecto invernadero a la atmósfera la forma que tienen de compensar es comprando créditos de carbono”, explica.

Agricultura medirá el contenido en carbono del suelo de 16.000 parcelas agrícolas

No solo los bosques secuestran carbono de la atmósfera. También los suelos. La Comisión Europea presentó a finales de 2022 una propuesta legislativa con vistas a crear un marco voluntario de certificación de créditos de carbono, una manera de adaptación y mitigación ante los efectos del cambio climático, restaurar los ecosistemas e impulsar la economía circular. Esto derivará en compensaciones que servirán de incentivo a los agricultores para mantener la buena calidad de los suelos. Galicia, junto a toda la cornisa cantábrica, acumula en sus suelos la principal reserva de carbono orgánico en España. Sin embargo, se desconoce cuántas toneladas exactamente se almacenan en estas tierras, pues los últimos datos son de 2015. El Ministerio de Agricultura iniciará un muestreo de los suelos de 16.000 parcelas agrícolas en las distintas comunidades, para determinar su contenido en carbono y establecer así las bases del futuro sistema de certificación de créditos planteado por Europa. El objetivo es evaluar si las nuevas prácticas agrícolas y ganaderas contribuyen a mejorar el contenido en carbono de los suelos, a reducir la erosión y mejorar su fertilidad y capacidad de retención de agua. Factores como las temperaturas altas influyen en una mayor pérdida de carbono pues hay una mayor descomposición de la materia orgánica. La erosión también afecta a una pérdida de carbono.

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