La ‘ley trans’ cumple un año con el reto de acabar con las gestiones “farragosas” tras el cambio del DNI

Jóvenes gallegos relatan que después de la resolución del Registro Civil hay que comunicarlo a “cada administración”

Gabriel Fernández Blach

Se cumple un año de la entrada en vigor de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas Lgtbi, también conocida como ‘ley trans’. Christian Aneiros, coruñés de 31 años, y Marta Alonso, viguesa de 23, son dos jóvenes gallegos que han podido adaptar la documentación a su identidad en este tiempo. La norma les otorgó la capacidad de poder hacerlo sin necesidad de exámenes médicos, ni procesos de dos años de tratamientos hormonales (como contemplaba la anterior ley del año 2007). Un proceso “liberador”, en palabras de estos jóvenes, que culminó con su DNI adecuado a la realidad.

Estos jóvenes valoran la norma y su impacto, pero para ambos es “un primer paso”. Aneiros se mostraba “escéptico” antes de la aprobación, al pensar que no llegaría a salir adelante. Pero con el texto ya en vigor, explica que lo ve como “el inicio de un cambio real”, aunque “mejorable”. Por su parte, Alonso destaca que “un avance de derechos nunca puede ser negativo”, aunque considera que la ley “ha dejado fuera a ciertas personas”. En negativo, apunta también a lo “farragoso” de los cambios que toca hacer tras pasar por el Registro Civil. Por ejemplo, en la Seguridad Social o la Consellería de Educación, entre otros.

El cambio documental

La legislación contempla que acudiendo al Registro Civil para cambiar el sexo registral y ratificándolo a los tres meses el proceso estaría completado, siempre y cuando no haya fraude de ley al emplear la norma para un uso que no esté contemplado. Para Marta este tiempo de espera se redujo a 20 días, dado que los funcionarios de la oficina viguesa consideraron que “no era empezar el proceso desde cero”, puesto que ella ya había iniciado el procedimiento con la anterior norma. Consiguió cita el 15 de mayo del año pasado y, de ahí al mes, ya contaba con el documento adecuado. Con la partida de nacimiento renovada tuvo que acudir a la Policía Nacional para el cambio de DNI.

Christian mandó un correo electrónico el mismo día de la publicación del texto y consiguió la cita para 17 días después. Este joven inició el cambio de sexo registral en marzo y lo culminó en diciembre, habiendo modificado su nombre con anterioridad al igual que Marta. En su caso sí tuvo que esperar tres meses para la ratificación y algo más, ya que “no tenía su partida de nacimiento digitalizada”.

Tipos de transiciones

Marta Alonso inició su proceso de transición a finales del año 2021, aunque ella misma aclara que “no se puede especificar una fecha concreta”, porque hay, cuenta, “varias transiciones, desde la social a la documental”, en referencia al momento de comunicar a sus seres queridos su identidad y de hacerla constar en los documentos. Pero, en general, esta viguesa contó con el apoyo de su círculo cercano. Además, Marta acudió a Nós Mesmas, una asociación Lgtbi ubicada en la ciudad viguesa, para tener “información” y conocer “personas como ella” con las que “construir una red de apoyo”.

Christian Aneiros, al igual que Marta, también acudió a una asociación Lgtbi para tener “información”. Aneiros inició su proceso con 28 años y llegó a ALAS A Coruña ante una “una situación de desesperación” e intentando buscar “apoyo” derivado del “rechazo” que vivía con su psiquiatra. Su familia acogió la noticia con división, ya que “una mitad lo apoya y la otra no”, aunque “no cierra la puerta a que vuelvan” mientras respeten su identidad. Por parte de sus amistades contó con la comprensión de todos.

A pesar de que la ley trans establece unos plazos para el proceso de cambio de la partida de nacimiento, las situaciones “inadecuadas” continúan después de conseguir la documentación. Marta explica que tras acudir al Registro Civil “tienes que hacer el cambio en otras administraciones, dado que no existe una interconexión”. La joven pone de ejemplo que al apuntarse para las oposiciones a profesora de secundaria de la Xunta figuraba con “sus antiguos datos”, a pesar de tener la documentación modificada. Lo “más sorprendente” para esta opositora fue comprobar que en la Consellería de Educación “no tenían constancia de cómo hacer el cambio”, aunque la solución llegó en un “plazo de 48 horas”.

Otras dos situaciones que relata esta viguesa ocurrieron en la Comisaría de la Policía Nacional y en el autobús urbano de su ciudad. En la primera un funcionario le trasladó, a la hora de modificar el DNI, que se cambiaba el documento, pero que “no era un cambio real”, haciendo referencia a su condición de mujer. En el segundo caso tuvo que “insistir de forma constante” a la entrada del transporte público para “convencer a la conductora” de que la tarjeta de autobús era “suya” (figuraban sus antiguos datos).

Para Christian el sentimiento de “vulnerabilidad” aflora en momentos como ir a votar en unos comicios. El joven coruñés cuenta que notó “miradas de impresión” cuando acudió a la mesa electoral sin que en su carné figurase el “sexo masculino”. Aneiros relata que “en urgencias hospitalarias tuvo escenas de rechazo”, explicando que es algo que ha tenido que reportar a los responsables “varias veces”. Esta clase de escenas también se extienden, al igual que en el caso de Marta, a los procesos de cambio en otras administraciones. Así, explica que durante este papeleo administrativo fue tratado “en masculino” y con su dead name (nombre anterior a la transición), sintiéndose “rechazado” por “algunos trabajadores”.

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