El jarabe para la tos vuelve a asomar en el botellón

Se detecta un repunte el consumo de este medicamento entre los más jóvenes, que lo mezclan con bebidas gaseosas y, en ocasiones, con alcohol

Un grupo de jóvenes, en un botellón en el parque.   | // MARISCAL

Un grupo de jóvenes, en un botellón en el parque. | // MARISCAL / M. gonzález

M. gonzález

“Lean” o “purple drank”. Es el nombre que recibe una droga recreativa que no es nueva pero que parece repuntar en los botellones. Consiste en mezclar jarabe para la tos con refrescos, a veces inclusocon alcohol, una práctica no exenta de riesgos para la salud. En algunos casos se ha llegado a detectar también el uso de gotas para la epilepsia con el mismo fin recreativo.

“No es algo nuevo, hace ya unos dos o tres años ya había estado esta práctica en el candelero”, afirma David Martínez, coordinador del Servicio Jurídico de la Asociación Érguete, quien explica que “se trata de una moda importada de Estados Unidos”, donde sus primeros consumos se detectaron “en entornos de cultura pop o trap”.

Esta práctica consiste, según David Martínez, “en utilizar un jarabe para la tos que contenga codeína y lo mezclan con un refresco con gas, también en ocasiones con bebidas energéticas y, en el peor de los escenarios, con alcohol”. Y aquí apunta que “un opiáceo mezclado con alcohol multiplica sus efectos”. Ahí está, de hecho, “el riesgo de consumirlo en grandes cantidades”, sobre todo en gente muy joven.

“Se han detectado casos en los botellones, donde se registran consumos abusivos de alcohol y en modo atracón, que es el consumo anglosajón de consumo: mucha cantidad de alcohol en poco espacio de tiempo”, destaca.

El nombre —“purple drank”— viene del color morado que adquiere dicha mezcla. “Se suele utilizar también para disfrazar el sabor y endulzarlo unas gominolas de este color; de ahí viene el concepto”, añade. Es una práctica también extendida en Reino Unido que ha llegado a España a través de las redes sociales principalmente.

“No parece que sea muy habitual en estos momentos”, sostiene Martínez, aunque subraya, sin embargo, que “parece que ha habido algún repunte porque se ha puesto de moda puntualmente”. “En un mundo tan globalizado debemos estar atentos a los cambios permanentes a esta y a otras prácticas; a distintas sustancias, nuevas modalidades, parámetros de consumo...”, enumera.

En este sentido, subraya que “los grandes consumos siguen siendo alcohol y cannabis, y en tempranas edades, que es donde debería estar el foco de preocupación”.

De todos modos, los riesgos del “purple drank”, insiste Martínez, “son las del consumo en grandes cantidades de cualquier opiáceo, que en este caso sería la codeína, que es un depresor del sistema nervioso central y puede provocar reducción de la frecuencia cardíaca, confusión mental, somnolencia, náuseas, alucinaciones, daño hepático y, en el peor de los casos, si se trata de un consumo muy abusivo, puede llegar a provocar un paro cardiaco”, advierte.

“Conlleva un riesgo porque es un opiáceo, como la morfina o la heroína, y si se consumen en cantidades superiores a las que nuestro cuerpo puede torelar hay un riesgo físico, además del mental (confusión, embriaguez...) y, en el caso de consumo reiterado, hay riesgo de generar adicción”, prosigue.

El acceso a estos jarabes es también motivo de preocupación. “Cualquiera que contenga codeína en nuestro sistema sanitario requiere de una receta médica”, dice David Martínez. Recetas falsificadas o internet suelen ser las vías de obtención, “siempre de manera ilegal”, insiste el coordinador del Servicio Jurídico de Érguete.

En cuanto a las gotas de la epilepsia su uso es más “residual”. “La práctica del jarabe es lo que está más extendido y se ha puesto de moda, aunque es algo que no es nuevo”, insiste. “Algún rapero conocido, famoso, lo ha difundido y ha vuelto a haber un repunte”, explica Martínez.

La prevención, es para él, el pilar fundamental para luchar contra todo tipo de adicciones. “Una de las más poderosas herramientas de protección es, además, la educación, tanto en la escuela, en la familia como en el tejido social. Es la manera de proteger a nuestros jóvenes. La información está muy bien, pero no llega si no formamos a las familias, a los jóvenes y a su entorno”, subraya. “Todos debemos remar en el mismo sentido para generar políticas de prevención adecuadas, tanto en esta circunstancia como en cualquier tema de dependencias o adicciones, porque vendrán otras modas, otras sustancias, otros parámetros de consumo, y la única manera de hacerles frente es protegiéndonos con políticas de prevención y educación”.

Alcohol y cannabis

En las últimas encuestas del Plan Nacional de Drogas —concretamente en la más reciente, del año 2023— se constata que el principal problema de consumo en los jóvenes son el alcohol y el cannabis. “En España se evidencia que casi el 75% de los jóvenes entre 14 y 18 años han consumido alcohol en el último año, la mayoría en forma de botellón o de “binge drinking” (modelo anglosajón)”, destaca. La siguiente sustancia sigue siendo el cannabis (casi un 30%). “El cannabis de hoy tiene una concentración de THC cinco veces superior al de hace cinco años, por la manipulación genética, con todos los riesgos que esto conlleva”, advierte. Se ha detectado también “un aumento significativo de las benzodiazepinas (barbitúricos, ansiolíticos, antidepresivos...) tras la pandemia, tanto con prescripción médica como sin ella”.

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