Una muestra de orina podría detectar el cáncer de vejiga y evitar pruebas invasivas

El objetivo es que se incorpore al sistema de salud en un plazo de dos o tres años

Patricia Martín

El cáncer de vejiga es el séptimo tumor más frecuente y además tiene una alta tasa de recaída: hasta en un 70% de los pacientes reaparece el tumor en los cinco años posteriores a la cirugía y el tratamiento. Por eso, tres o cuatro veces al año los enfermos operados son sometidos a una citoscopia, una prueba invasiva y dolorosa, que consiste en la introducción de una cámara en la uretra para que el médico pueda comprobar si el cáncer ha vuelto a aparecer. Pero un equipo de investigación del Hospital 12 de Octubre de Madrid y del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) han desarrollado una herramienta que, con un simple análisis de orina, detecta las células cancerígenas y la respuesta de los pacientes al tratamiento.

El nuevo sistema, denominado BlaDimiR, ha sido testado desde 2016 y ha dado resultados satisfactorios en el 90% de las muestras analizadas. Y esta misma semana se ha iniciado un nuevo ensayo clínico, que prevé validar su eficacia en 1.500 pacientes de cinco hospitales de distintas comunidades autónomas, con la vista puesta en que la nueva herramienta se incorpore al sistema nacional de salud y, por tanto, a la práctica clínica, dentro de dos o tres años.

La prueba que, según sus promotores, es “sencilla, rápida, barata y no invasiva”, consiste en la determinación de moléculas de ARN de pequeño tamaño en las muestras de orina de los pacientes. Y, hasta el momento, en su desarrollo ha demostrado que es más efectiva que la citoscopia y otros sistemas ya aprobados, porque localiza incluso los tumores de bajo riesgo que no suelen ser detectados.

Además, BlaDimiR es capaz de predecir si el paciente va a responder al tratamiento o, como sucede en la mitad de los enfermos, las terapias actuales no le van a causar beneficio. Se trata de una información determinante porque, por un lado, puede ayudar al médico a buscar terapias alternativas o valorar si hay que extirpar o no la vejiga y, por otro, puede ahorrar al afectado un sufrimiento innecesario porque el tratamiento consiste en administrar una vacuna dentro de la vejiga que produce un proceso inflamatorio agudo, doloroso y cruento y se administra durante meses o años para evitar que el paciente evolucione de forma negativa.

“Saber antes qué pacientes van a responder al tratamiento permitiría que no sufran una terapia dolorosa sin necesidad y que los médicos busquen terapias alternativas”, explica el doctor Cristian Suárez Cabrera, perteneciente a la unidad mixta del Instituto de Investigación del 12 de octubre y el Ciemat e investigador principal del ensayo clínico que ha arrancado esta semana.

El estudio cuenta con el apoyo de la Fundación ’la Caixa’ y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) y, según la doctora Marta Dueñas, codirectora del equipo de investigación, podría dar resultados positivos e incorporarse a la cartera de servicios del sistema sanitario en “dos o tres años”.