La soledad no deseada es un problema extendido en las sociedades actuales, donde las relaciones virtuales han sustituido, en parte, a las conversaciones con familiares y amigos. Un estudio realizado por las fundaciones ONCE y Axa, en el marco del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada, indica que siete de cada diez españoles han tenido este sentimiento (que no está directamente relacionado con vivir solo), de forma puntual, temporal o permanente, en alguna etapa de su vida. De hecho, teniendo en cuenta a las personas que han sufrido soledad no deseada con mayor intensidad, la incidencia alcanza a casi la mitad de la población; el 20% de ellos lo siente en el momento actual y el 29% en el pasado.

El Observatorio Estatal —una iniciativa de la Fundación ONCE en la que colabora Cruz Roja, la Federación de Municipios y Provincias, los sindicatos o la Plataforma del Tercer Sector, entre otros actores— avisa de que es importante distinguir entre el aislamiento social, en referencia a la falta de contactos sociales, y la soledad no deseada, que es “una experiencia personal negativa en la que un individuo tiene la necesidad de comunicarse con otros y percibe carencias en sus relaciones sociales, bien sea porque tiene menos relación de la que le gustaría o porque las relaciones que tiene no le ofrecen el apoyo emocional que desea”. Es decir, se pueden tener múltiples relaciones sociales y familiares pero sentirse solo y viceversa: vivir en soledad pero estar feliz de esta condición.

El barómetro indica, no obstante, que el 13,5% de los encuestados sufre soledad crónica; es decir, que esta dura dos años o más años. “Hay soledades que son temporales, en general tienen que ver con duelos. Pero cuando las encuestas indican que duran años, ahí ya existe un sentimiento al que hay que dedicar más tiempo”, avisó Matilde Fernández, presidenta del Observatorio, en la presentación de los datos.

La encuesta, que actualiza el estudio presentado en 2015 sobre La soledad en España y en 2022 sobre la Percepción de la soledad no deseada, se ha realizado con 2.900 entrevistas telefónicas a residentes en España mayores de 18 años. Es de tal profundidad que sirve para desmontar algunos estereotipos y desentrañar qué factores desencadenan la soledad no deseada.

De entrada, el barómetro indica que, aunque la mayoría de la población cree que la soledad no deseada afecta especialmente a personas mayores que viven solas, en realidad es un problema especialmente extendido entre la juventud (lo perciben el 34,6% de los jóvenes de entre 18 a 24 años) y va decreciendo con la edad hasta alcanzar la mínima incidencia en la franja de 65 a 74 años (14,5%). No obstante, “la prevalencia por edad describe una forma de U y vuelve a ascender en las personas de 75 años y más”, indicó Raúl Ruiz, representante de la consultora Fresno, que ha realizado el estudio.

Asimismo, la experiencia subjetiva que implica la soledad no deseada está íntimamente relacionada con otros problemas y determinantes sociales, aunque con algunos factores “más que con otros”, según Ruiz. Así, una de las causas desencadenantes más importante está relacionada con la cantidad, calidad y el contacto físico de las relaciones sociales, especialmente con los amigos y la familia.

Por ejemplo, más de la mitad de las personas que se sienten solas de manera involuntaria tienen menos relaciones sociales de las que les gustaría, un tercio declara que son malas o regulares, y entre cinco y seis de cada diez personas afirman que son, fundamentalmente, a distancia, dado que los contactos online y no presenciales son más frecuentes en este grupo de personas. Además, no tener alrededor a personas que te pueden ayudar en caso de necesitarlo o vivir en un hogar unipersonal de forma involuntaria triplica la posibilidad de sufrir soledad no deseada.

Por otro lado, otro de los grandes factores desencadenantes está relacionado con la salud. La prevalencia entre personas que perciben su estado de salud como malo o muy malo es seis veces superior. Y la mitad de personas con problemas de salud mental sufren soledad no deseada: entre tres y cuatro veces más que el resto de la población. También es más frecuente en las mujeres (el 21,8%), en las personas con dificultades económicas o discapacidad, de origen extranjero o que carecen de estudios superiores.

Ante ello, el ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, que participó en la presentación del barómetro, indicó que estos resultados demuestran que la soledad no deseada puede aparecer a lo largo de toda la vida y está relacionada con “determinantes sociales como la pobreza, la salud o la vivienda”.

Los jóvenes se sienten más solos en las zonas rurales

La soledad no deseada es un problema invisibilizado y extendido, según revela un estudio realizado por las fundaciones ONCE y Axa, en el marco del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada, que indica que sufren este fenómeno social en el momento actual el 20% de la población española y el 13,5% de manera crónica (es decir, durante dos años o más). La investigación indica, además, que no existen grandes diferencias de prevalencia entre el ámbito rural y urbano, pese a que en el campo hay menos servicios públicos y la despoblación crece como una mancha de aceite. De hecho, hay una ligera menor incidencia en los municipios de menor tamaño (lo sufren el 17,6%) y la mayor recurrencia (el 22,8% de los habitantes) aparece en las poblaciones intermedias (entre 10.000 y 50.000 habitantes), quizá porque en los pueblos los vecinos y la comunidad está más presente en la vida diaria de las personas. No obstante, atendiendo a las edades, el sentimiento de soledad es más intenso en los jóvenes de las zonas rurales (puede alcanzar a casi cuatro de cada diez) y disminuye en las urbes (21,8%). Y sucede a la inversa con las personas mayores: es más prevalente en las ciudades (la sufren el 25,1% de las personas de 65 años y más, frente al 12,7% en los municipios pequeños). Además, otro factor a tener en cuenta es que las mayores tasas de soledad entre las mujeres se encuentran en los núcleos urbanos. También la educación aparece como factor desencadenante del problema social que implica la soledad no deseada, que es un sentimiento y no está intrínsecamente relacionado con vivir solo o la falta de relaciones sociales. Según el barómetro, entre las personas que tienen un nivel educativo inferior a la Educación Primaria, la incidencia es más de diez puntos superior a las personas con educación superior (25,5% frente 14,7%), por lo que carecer de estudios superiores eleva la probabilidad de sufrir soledad en un 50%.