El informe de la Policía Nacional sobre el triple crimen de la joyería Royo de Castelldefels (Barcelona) concluye que los dos acusados, tío y sobrino, estaban compinchados para atacar el local sin causar muertos, pero su plan se frustró por la inesperada presencia del hijo del matrimonio de joyeros.

El inspector jefe de la Policía Nacional que dirigió las pesquisas ha presentado las conclusiones de sus investigaciones ante el tribunal popular que juzga en la Audiencia de Barcelona a los dos procesados por el triple asesinato, Fernando y Juan Antonio S., que afrontan penas de 78 y 66 años de prisión.

El informe expuesto por la Policía Nacional viene a desmontar la versión de Juan Antonio S., que ha mantenido que se limitó a esperar a su tío en la calle sin saber que iba a atracar la joyería, una coartada sustentada en el hecho de que sólo uno de los testigos afirma haberlo visto salir del local de los Royo.

De acuerdo con la hipótesis de la Policía Nacional, los joyeros contactaron por teléfono con Fernando S. para que fuera a arreglarles un aparato de aire acondicionado que él mismo les había instalado meses atrás.

Ante esa oportunidad de entrar en la joyería, Fernando S. y su sobrino urdieron un plan para atracar el establecimiento limpiamente, sin dejar víctimas, ya que pensaron que el matrimonio no ofrecería resistencia.

Según ese plan, deduce la Policía Nacional, Fernando S. empezaría a arreglar los aparatos de aire acondicionado situados en la planta superior y, mientras tanto, su sobrino entraría en el local y asaltaría a la joyera, que estaría tras el mostrador, amenazándola con una pistola simulada.

El mayor de los dos procesados, que tiene antecedentes por robo con homicidio, no debía tener ninguna participación en el atraco y debía limitarse a iniciar la reparación de los aparatos -como efectivamente hizo, según pudo comprobar la policía- y facilitar el "trabajo" de su compinche.

El plan de los procesados, no obstante, se vio frustrado por la inesperada presencia del hijo de los joyeros, que, aficionado al "full contact", se enfrentó al atracador tras quitarse las zapatillas para poder moverse con mayor libertad, como lo demuestra el hecho de que se le encontró muerto sin sus playeras.

La resistencia opuesta por el hijo de los joyeros desbarató el atraco planificado y puso al descubierto que tío y sobrino estaban compinchados, por lo que Fernando S., según las hipótesis de la Policía Nacional, decidió matarlos a los tres para evitar que le identificaran.

En su enfrentamiento con el hijo de los joyeros, Fernando S. recibió una patada en el ojo que se lo dejó amoratado e hinchado, lo que permite a la policía explicar que presentara heridas visibles en el rostro cuando estuvo en comisaría, pese a que nadie se las apreció el día de su detención.

El informe policial ha crispado a la defensa de Juan Antonio S., que basa su estrategia en la ausencia de testigos que sitúen a su cliente en el interior de la joyería atracada y la falta de pruebas periciales que lo incriminen.

De hecho, los peritos que realizaron las pruebas de ADN han asegurado que ni en las manos ni en la ropa llevaba Juan Antonio S. sangre de las víctimas.

En el machete con que fueron asesinados los joyeros y en la pistola simulada que supuestamente se utilizó para el intento de atraco tampoco se han podido encontrar huellas digitales que puedan ser contrastadas con las de los procesados.