Los termómetros de Moscú están al rojo vivo. La capital rusa alcanzó ayer a las tres de la tarde los 33 grados centígrados, cifra que supera en 0,2 grados el récord establecido el 16 de julio de 1938, según los datos ofrecidos por el centro meteorológico Fobos.

Pero el calor no es cosa de un día. Los moscovitas sufren, desde finales de junio, una ola de calor muy superior a lo normal, que ha provocado que, durante casi tres semanas seguidas, los termómetros de su capital no hayan bajado de los 30 grados centígrados.

Este récord está teniendo consecuencias no deseadas entre la población, hasta el punto de que casi 1.500 ciudadanos han muerto ahogados estos dos últimos meses mientras se bañaban tratando de escapar de las altas temperaturas.

En las orillas de estanques, lagos o lagunas se concentran estas últimas semanas grupos de personas, muchas de ellas bebiendo vodka, y algunos con niños pequeños, con la intención de huir del calor. Los frecuentes chapuzones, unidos a la ingesta de alcohol, han provocado que un total de 1.433 rusos perecieran ahogados en los dos últimos meses. "El Ministerio de Emergencias ruso está muy preocupado sobre la situación actual. Solamente en el último día, 49 personas se han ahogado, incluidos dos niños", manifestó en rueda de prensa Vadim Seryogin, director de departamento del ministerio.

Seryogin añadió que durante el pasado mes de junio murieron ahogadas más de 1.200 personas en todo el país, y otras 233 entre el 5 y el 12 de julio, el 95 % en playas donde está prohibido bañarse. "La mayoría de los ahogados estaban ebrios. Los niños fallecieron simplemente porque los adultos no estaban cuidándolos", precisó.

Tragedia en Azov

Seryogin indicó que el caso más escandaloso que demuestra esa incompetencia ocurrió el pasado fin de semana en el mar de Azov, en el sur del país, donde seis niños se ahogaron porque los monitores del campamento de verano donde se encontraban estaban borrachos.

Como reacción a las protestas de la opinión pública por la tragedia, el presidente ruso, Dimitri Medvedev, ha asegurado que lo ocurrido podría constituir un delito y ha pedido que se castigue a los responsables y que se refuerce la protección de los menores en los campamentos de verano.

Medvedev explicó además que el calor está siendo un gran problema para la agricultura rusa, y que el país se encuentra atravesando la peor sequía en 130 años. Los pronósticos de los servicios meteorológicos dicen que la ola de calor durará una semana más y que lo más probable es que después no bajen drásticamente las temperaturas.