Los vecinos de Villers-au-Tertre, al norte de Francia, nunca sospecharon que una discreta madre de familia de 45 años pudiera ser responsable de la muerte por asfixia de sus ocho hijos recién nacidos, que supuestamente asesinó y escondió a lo largo de más de una década. De probarse los hechos, se trataría del mayor infanticidio de la historia de Francia, un crimen que le fue imputado ayer a Dominique Cottrez por la Fiscalía de Douai y por el que podría enfrentarse a una pena de cadena perpetua, si los análisis médicos y psiquiátricos determinan que era consciente y responsable de sus actos.

Su marido, Pierre-Marie Cottrez, sobre el que se cernía originalmente la sospecha de estar al corriente del macabro suceso, fue puesto en libertad sin cargos, en calidad de testigo asistido, una figura jurídica entre el simple testigo y el imputado. Los investigadores consideran que no se dio cuenta de que entre 1989 y 2006 su mujer -a quien se describe como de "fuerte corpulencia"- se quedó embarazada ocho veces, asesinó a los bebés recién nacidos y enterró o escondió a los cadáveres envueltos en bolsas de plástico.

Es el testimonio que la imputada prestó a los investigadores, explicó el fiscal a cargo del caso, Eric Vaillant. "Quedan muchas investigaciones que llevar a cabo" que sirvan para determinar cuál fue el móvil de los asesinatos. "Ella explica que no quería más hijos y que no quería ver a un médico" para que le recetase un método anticonceptivo, indicó el fiscal.