"Llegaba en el coche con mi marido desde Vigo con la mercancía para la pescadería que tenemos en la plaza de abastos y vimos a un hombre, con las manos juntas, esposado, y vestido con una funda azul de trabajo, un mono, que corría seguido por un guardia civil ensangrentado. Tenía sangre en las manos y una herida en el cuello. El agente nos pedía que nos fuéramos de allí, que nos apartáramos. Entonces, el hombre esposado se metió en una furgoneta y se puso al volante, pero el agente le alcanzó, lo tiró al suelo y lo metió en un coche patrulla que estaba con las puertas abiertas", relata Isabel, propietaria de un puesto de pescado en A Cañiza y testigo del atraco frustrado por la Guardia Civil a una sucursal de Caixa Galicia situada enfrente.

Fue testigo de la llamada de auxilio del agente herido, Alfonso José Riveiro. "Cogió la radio y pidió refuerzos, explicó que había un agente malherido, y apostilló que tal vez estaba muerto, y que él también había sido herido. Añadió que al parecer otros dos atracadores habían conseguido fugarse en una furgoneta blanca, una C-15. El pobre temblaba y nos repetía que nos fuéramos de allí, porque había peligro", explica Isabel.

Temblorosa todavía por lo ocurrido, la pescantina está acompañada por Rosa, la dueña de la churrería ubicada en el mismo mercado. "Eran las 07.20 de la mañana cuando oí tres golpes secos, muy fuertes, pero como hemos estado en fiestas, creía que estaban desmontando alguna caseta. No le di mayor importancia, ya que no tenemos ventanas a la calle donde tuvo lugar el tiroteo", explica la propietaria de la churrería.

"Cuando llegaron Isabel y su marido me alertaron. '¡Hay tiros y no te enteras!' Entonces me puse a temblar. Mi marido había salido a llevar unos churros, así que salí en su busca, pero afortunadamente bajaba por otra calle y no le había pasado nada".