Una de las tesis que sostiene la defensa del autor confeso del doble crimen gay de Vigo es que Jacobo Piñeiro se entregó voluntariamente a la policía. Pero este argumento se desmoronó ayer con la declaración de los agentes que inves- tigaron los asesinatos de Isaac Pérez Triviño y Julio Anderson Luciano, que en este segundo juicio ahondaron más en las circunstancias de la detención. Lejos de colaborar, el acusado "engañó" al policía de Homicidios que horas después de las muertes logró hablar con él por teléfono: el cangués le dijo que estaba en Boiro, cuando en realidad se encontraba en Marín, y no acudió a la cita en Cangas que concertó con el agente. Su arresto finalmente se produciría ese día, gracias a que efectivos del Greco lo reconocieron al verlo en las fiestas de Marín.

"Me engañó y me mintió". Así de tajante respondía un agente a las preguntas del abogado defensor, que insistía en la colaboración de su cliente en el arresto y posterior interrogatorio. El crimen de los jóvenes gais se producía de madrugada del 13 de julio de 2006 y en horas la Policía ya tenía identificado al sospechoso. Un camarero del bar Strong en el que trabajaba una de las víctimas (Isaac) les relató que su amigo se había ido con Jacobo Piñeiro, al que conocían como Quillo -una cámara grabó además la salida de los dos jóvenes-, y les informó de una cafetería de Cangas a la que solía acudir. "Me dijo que estaba en Boiro, me ofrecí a ir a buscarlo y no accedió. Entonces quedamos en un bar de Cangas cercano a su casa, pero tampoco apareció", relató ayer el investigador ante el jurado. El acusado era finalmente detenido a primeras horas de la noche de ese 13 de julio.