El Arzobispado de Valencia tiene sobre la mesa desde hace unos tres años una carta firmada por monitores del colectivo Junior en la que advierten de actitudes sospechosas de pederastia del párroco del municipio de la Ribera Alta detenido el viernes por la Guardia Civil por un presunto delito de abusos a dos menores.

Integrantes de la asociación juvenil vinculada a la Iglesia remitieron un escrito al arzobispado, entonces dirigido por Agustín García-Gasco, en el que advertían de comportamientos inadecuados del párroco en los campamentos y requerían una investigación.

Padres de los monitores y de niños que asistían a las acampadas pusieron también su firma y DNI en la queja. Los hechos se remontan a 2007, aunque uno de los monitores aseguró ayer que las sospechas sobre el párroco continuaron durante el verano de 2008. La queja no obtuvo respuesta de la jerarquía eclesiástica lo que provocó que los jóvenes decidieran fundar un nuevo grupo y separarse del movimiento Junior para evitar al sacerdote.

La decisión provocó un cisma en la parroquia entre partidarios y detractores del párroco, aunque al final el grupo escindido reúne en la actualidad a unos 60 jóvenes y el que seguía fiel al párroco, una docena. Son, precisamente, familiares de dos de los chicos del grupo afín al clérigo quienes han presentado la denuncia.

"Veíamos cosas que no eran normales", dijo ayer uno de los monitores, que coincidió con el cura en los campamentos de 2007 y 2008. En una ocasión, el párroco se llevó a la montaña a un grupo de niños sin advertir al monitor responsable, quien le reprochó su actitud y lo comentó con los padres. "Siempre ha tenido predilección especial por los niños, aunque en el incidente del campamento también había niñas. Los menores siempre decían que habían estado jugando con él y todos respondían lo mismo, que no podían decir nada, porque es lo que les había dicho el sacerdote", relata el monitor. Eso, y que la actitud del cura era muchas veces autoritaria, molestaba a los monitores. "Teníamos la mosca tras la oreja. Daba mala espina. Lo hablábamos entre nosotros, pero no podíamos acusar a nadie de pederastia", explica el monitor.

Situación insostenible

La situación se hizo insostenible y después de reunirse con el presidente y el conciliario de Junior y enviar la carta al arzobispado,el grupo barajó la posibilidad de marcharse a otra parroquia, pero ante el silencio oficial decidieron no compartir ni un día más con él. También se reunieron con la alcaldesa para exponerle el problema. La primera autoridad local, del PP, se comprometió a mediar ante el párroco, pero la escisión se hizo inevitable.

Otras fuentes aseguraron ayer que el cura, de 39 años, era muy autoritario en la práctica religiosa y siempre vestía sotana larga, mientras que los monitores primaban los valores humanos de los niños y por eso chocaban continuamente.

Llevaba a los niños en su coche

Pese a las advertencias, el párroco siguió organizando acampadas en los últimos tiempos con los jóvenes que aún le seguían. Solían tener como destino una población de una comarca vecina en la que había ejercido. A ellas únicamente asistía una decena de chavales a los que el sacerdote solía trasladar en su vehículo.

Desde el arzobispado aseguraron ayer que "no consta acusación formal alguna" contra el sacerdote en todo su ejercicio pastoral y desde el ayuntamiento no quisieron realizar declaraciones. Este diario ayer trató de conocer la versión del párroco, que no atendió las llamadas a su teléfono móvil.