La noiesa Mónica Juanatey Fernández, de 30 años, había empezado una nueva vida y no quería ningún obstáculo en ella. Llevaba poco tiempo en Menorca, adonde había llegado desde su localidad natal de Noia tras un flechazo a través de internet. Cuando ya estaba instalada en la isla sus padres le dijeron que no podían hacerse cargo de su hijo César, un niño de nueve años al que había dejado con ellos en su Galicia natal, y se lo enviaron. Entonces ella se agobió. Ni siquiera su novio sabía de la existencia del pequeño, al que presentó como un sobrino que apenas iba a estar diez días en la isla. Pasado este tiempo, lo ahogó en la bañera de casa y metió el cadáver y las pertenencias del menor en una maleta que abandonó en un paraje boscoso.

La mujer, que ayer ingresó en prisión tras declarar ante el juez de Mahón, siguió con su nueva vida sin que nadie echara en falta al niño, hasta que la semana pasada, dos años y medio después del crimen, dos hombres hallaron el macabro equipaje. La juez imputa a la madre gallega un delito de asesinato con la agravante de alevosía y abuso de superioridad. La noiesa explicó que se vio muy agobiada cuando los abuelos le enviaron al niño, pues había rehecho su vida con otra pareja a la que no le dijo que tenía un hijo. A sangre fría y "en caliente", en julio de 2008 sumergió a su hijo en la bañera, metió su cadáver en la maleta y la abandonó en el campo, y cuando su compañero sentimental regresó a casa, Mónica le dijo que su "sobrino" había regresado a Galicia.

Los efectos personales del niño hallados en la maleta permitieron a la Policía la identificación del cuerpo. En un estuche de rotuladores y lápices, bajo la goma de borrar, aparecieron manuscritas las letras César J.F. También había un cómic manga que no se había puesto a la venta antes de abril de 2007, lo que permitió fijar el tiempo transcurrido desde el asesinato.

Los esfuerzos policiales se centraron en la localización de un niño de entre 8 y 13 años, desaparecido con posterioridad a abril de 2007, y cuyo nombre y apellido respondiera a las iniciales César J.F. La falta de denuncias de desaparecidos con tales características, llevó a la Policía a sospechar que la muerte se produjo en el ámbito familiar, tal vez en una familia desestructurada o que hubiese cambiado de residencia. La Comisaría de Vigo alertó de que no se había renovado el DNI de un menor de Noia, cuyo nombre coincidía con César J.F., y nacido en 1999 en Noia, y que había estado escolarizado en un colegio del municipio coruñés desde 2003 hasta el 2008. La policía se puso en contacto con los abuelos maternos del niño que manifestaron que se hallaba con su madre en Menorca, pero que hacía dos años que no tenían contactos con ellos dada la mala relación existente con su hija. En un primer momento, la mujer declaró al grupo de homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Baleares que su hijo estaba en Galicia; después admitió que lo encontró muerto, de forma accidental, en la bañera y ocultó el cuerpo en una maleta y lo tiró.

Mónica Juanatey tuvo a su hijo en 1999, siendo madre soltera, y pasó los primeros años de vida del menor en su casa paterna, y más tarde junto al padre biológico del niño, según la reconstrucción de los hechos facilitada pro la Policía. A finales de 2007 conoció a su actual pareja en una red social de internet, surgiendo una relación de afectividad que acabó con ambos convertimos en "cibernovios". En marzo de 2008 se trasladó a Menorca para establecerse con su novio e iniciar una nueva vida, y dejó al niño con su padre biológico. El 1 de julio de 2008, al finalizar el curso escolar, los abuelos mandaron al nieto desde Santiago a Mahón para vivir con su madre pero nunca le contó a su novio que César era su hijo.

Desde que cometió el crimen, según fuentes policiales, Mónica cortó todo contacto con su familia en Noia, de forma que los abuelos nada sabían del niño y atribuían la falta de noticias a la mala relación con su hija.