Un violento crimen ha conmocionado la localidad coruñesa de Outes. El cadáver de Ramón Rúa Míguez, de 68 años y desaparecido desde hace una semana, fue localizado ayer enterrado en cemento fresco en una huerta de su propiedad a solo 100 metros de la vivienda que compartía con el joven italiano Mirko S. Horas antes del macabro hallazgo, a la una de la madrugada, la Guardia Civil detuvo en Logroño al italiano que viajaba a bordo de un autobús camino de Barcelona.

La rápida actuación policial se produjo porque el reguero de sangre entre las dos propiedades de la víctima en Outes hacía presagiar lo peor a los investigadores tras la extraña desaparición del sexagenario. Tras tomar declaración al detenido en las dependencias de la Guardia Civil de Logroño, Mirko S. salió custodiado hacia la Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, para ser interrogado, a la espera de ser trasladado al juzgado de Muros.

La última vez que los vecinos vieron a Ramón Rúa con vida fue el pasado viernes 17 de junio. El tiempo transcurrido sin verlo les preocupó, pero la alerta saltó cuando descubrieron un reguero de sangre entre el piso de la víctima y el galpón de la huerta que solía trabajar, situadas casi enfrente una de otra. Efectivos de la Policía Judicial registraron el viernes por la tarde las dos propiedades del sexagenario, y en su vivienda descubrieron un gran charco de sangre, así como distintas manchas en las paredes que alguien había intentado limpiar.

Varios vecinos explicaron a los agentes que habían visto marcharse en autobús al italiano Mirko K., que había cerrado la casa con llave "pese a que nunca las tuvo él", y que además de la mochila habitual, llevaba también otra bolsa. Entonces se puso en marcha el protocolo de localización que culminó en la parada que el autocar hizo en Logroño. La víctima, Ramón Rúa, es un jubilado de 68 años natural de Outes que pasó años como emigrante en Suiza e Inglaterra. A su regreso montó un bar en su municipio y, ya sexagenario, se divorció de su mujer y tuvo relación con varios hombres, indican en su entorno.

Hace apenas un mes que el italiano, de unos 30 años, se había ido a vivir con él. Mirko S. llegó desde Barcelona a Lousame, donde intentó buscar trabajo. Tanto en Noia como en Lousame se hizo querer enseguida por los vecinos. Les contó que vivió en Roma hasta que su padre murió y que había viajado mucho. Así, les relató que trabajó como portero de discoteca en Barcelona (donde residió algún tiempo), que vivió con okupas y que su principal prioridad era buscar un empleo. "Presumía de no beber ni drogarse, y de hecho siempre tomaba agua aunque quisiéramos invitarlo a otras cosas", explicaban

Quienes conocen a Mirko K. en Lousame y Outes no entienden lo sucedido. "Es un joven emotivo, que se hace querer. Le invitábamos a comer y le dimos sitio para dormir. Nos ganaba con su humildad. Primero hay que ver si hay pruebas, pero si fue él, nos engañó a todos y sería el mayor manipulador de la historia. Habrá que investigar los sitios por los que pasó y si hay más víctimas, porque sería un manipulador. Sabe conquistar a todo el mundo", aseguraban ayer empresarios y marineros que compartían sus estancias en el bar.