Casi una década después de que en el puerto vigués de Guixar la Guardia Civil interviniera el primer gran alijo de cocaína destinado a la mafia calabresa N'drangheta, un narco gallego condenado entonces asiste por videoconferencia desde Pontevedra a su juicio en Italia con importantes capos de la facción Mancuso-Pesce y paramilitares vinculados a Carlos Castaño de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Rafael M.G. es uno de los 15 procesados en este juicio derivado de la operación Decollo, que en 2004 permitió la detención de más de un centenar de importantes narcos en todo el mundo y que comenzó con el decomiso de 541 kilos de cocaína en el puerto italiano de Salerno ocultos en mármol de Zungri destinado a Vincenzo Barbieri y Francesco Ventrici, según los investigadores.

La Justicia italiana acusa ahora al vigués ser el intermediario entre paramilitares colombianos como Ernesto Castillo Rico, Ramiro, y la familia Vibone en el transporte marítimo de miles de kilos de cocaína que llegaban en contenedores desde Suramérica a puertos españoles para su posterior distribución en Italia.

Precisamente uno de estos envíos, 1.600 kilos de cocaína ocultos en latas de atún procedentes de Ecuador e intervenidos en 2002 en Guixar, impide al narco vigués salir de España. Se encuentra en semilibertad cumpliendo el tercer grado de los 9 años y 4 meses de condena que le impuso la Audiencia Nacional en 2005 por aquel alijo destinado a la empresa Conserva Nova. Y es que el vigués participaba en conserveras asentadas a ambos lados del Atlántico, en Ecuador y Ribadumia, primero, y después en Redondela, para dar cobertura legal a las importaciones de pescado que ocultaron la cocaína. Con él fue condenada otra pareja de gallegos.

La colaboración entre el servicio de cooperación internacional de la Fiscalía de Pontevedra con el Tribunal de Vibo Valentia en Calabria ha hecho posible un juicio tan singular. La vista oral contra Rafael M.G. y el resto de imputados empezó en el tribunal italiano el 12 de febrero de 2010 y suele celebrarse una sesión al mes. Más de un año después de iniciarse el proceso, todavía no ha concluido "al tratarse de un procedimiento muy complejo por delitos de narcotráfico cometidos por organizaciones delictivas".

La Fiscalía pontevedresa, según recoge su última memoria anual, proporciona asistencia letrada y un intérprete al narco vigués en cada sesión en Pontevedra, además de los que tiene designados en Italia "con el fin de garantizar el absoluto respeto y protección de los derechos del acusado compareciente en territorio español". Para garantizar la legalidad de la vista por videoconferencia, el fiscal de cooperación judicial de Pontevedra asiste a todas las sesiones del juicio y levanta acta "velando por el respeto de los derechos del imputado conforme a la legislación española".

La policía antimafia italiana, que ya declaró contra Rafael M.G. en el juicio celebrado en la Audiencia Nacional, cuenta con grabaciones del encuentro que mantuvo el vigués con el colombiano Ramiro en el hotel Washington de Madrid para el responsable de la familia Vibone.

La Policía italiana contactó en 2001 con la Unidad contra la delincuencia y el crimen organizado de la Policía Nacional. Un integrante de la mafia calabresa iba a reunirse con narcos colombianos en el hotel Washington de Madrid y precisaban apoyo. El colombiano resultó ser Ernesto Castillo y el intermediario el vigués Rafael M.G. Así comenzó la operación Decollo que, en cuatro fases distintas -la última el pasado enero- han permitido arrestar a casi 200 personas. La segunda fase tuvo lugar entre finales de 2003 y principios de 2004. La Policía italiana y la española, con colaboración de Francia, Holanda y Australia, la DEA estadounidense y la Fiscalía de Colombia, hacían saltar las conexiones del clan Mancuso y las Autodefensas Unidas de Carlos Castaño. Al sur de Canarias las fuerzas antidroga españolas abordaron el buque Alexandra con 2.400 kilos de coca en sus bodegas. Hubo más de 120 detenidos tanto en Europa como en Suramérica y se intervinieron distintos alijos que sumaban 7 toneladas de cocaína. Meses después caían en Madrid los capos Roberto Panuzzi y su hijo Alessandro. Panuzzi está considerado como uno de los cerebros del tráfico de drogas de la N'drangheta y el principal interlocutor con los cárteles colombianos de la cocaína.