Moaña amaneció ayer de luto por el fallecimiento del joven Jacobo Currás Vázquez, de 17 años, en un trágico accidente de tráfico ocurrido el jueves en el camino de Albariños. A falta de que la Guardia Civil de Tráfico concluya la redacción del atestado, tanto uno de los ocupantes del coche -Peugeot 207- como otros amigos de la víctima explicaron que bajaban a una velocidad inadecuada por el estrecho camino de Albariños. Al llegar a la curva cerrada en donde se encara el descenso hacia O Con, Jacobo Currás frenó el ciclomotor y el conductor del coche, que circulaba muy cerca, no tuvo tiempo de reaccionar y lo arrolló por detrás, según los testimonios recabados. El piloto quedó atrapado entre el cierre de una vivienda y el turismo, falleciendo en el acto a causa del violento impacto. Por la mañana realizaron la autopsia al cadáver, que llegó a primera hora de la tarde al tanatorio de la villa. En el lugar se vivieron duras escenas. Un allegado de la familia reconoció que se encontraban "destrozados" y decenas de amigos del joven se acercaron a mostrar su apoyo a sus seres queridos sin contener las lágrimas. También acudieron al tanatorio, al menos alguno de los tres ocupantes del coche que arrolló al fallecido, del que eran amigos íntimos.

El siniestro ocurrió poco antes de las 17.30 horas del jueves y los cuatro amigos habían salido, en los dos vehículos, minutos antes desde el casco urbano de Moaña. Encararon la carretera general (PO-551) en sentido Cangas hasta llegar al cruce de Albariños. Declaraciones realizadas a los cuerpos policiales aseguran que se adelantaron entre ellos en varios puntos de la calzada. Los tres ocupantes del Peugeot 207 conocían desde hace años al joven fallecido. "Íbamos detrás y no tuvimos tiempo de reaccionar cuando frenó en la curva. Estamos afectadísimos", explicaba en el tanatorio desconsolado Bosco Cordeiro, que ocupaba el asiento trasero del turismo. El conductor, de 18 años, sacó el carné hace poco tiempo. Confirmó, a su vez, que él y sus dos compañeros en el coche sufrieron algunas magulladuras sin mayor importancia, aunque el golpe psicológico fue durísimo. Los daños en el coche, en cambio, fueron cuantiosos, lo que da una idea de la fuerza del choque.

Por el tanatorio pasaron también sus amigos de la infancia, compañeros de clase y los remeros que integraban, junto a él, el equipo de juveniles de la Sociedade Deportiva Tirán. Y es que Currás era un enamorado del deporte que practicaba y hasta la temporada pasada militó en las filas de la S.D Samertolaméu de Meira, el otro club del municipio. "Le encantaba el remo. No se perdía una regata. La noticia corrió muy rápido por Moaña y al poco tiempo ya estábamos casi todos reunidos en la sede del club", recordaba el remero Daniel Santiago.