La familia de Juan Manuel Morales, el veinteañero acusado de tenencia ilícita de explosivos, declaró en febrero ante un juez que su hijo les insultaba "porque decía que no dábamos el tipo de la raza aria perfecta". Juan Manuel se fue de casa tras una bronca con sus progenitores y denunció a su padre por maltrato, un caso que el juez archivó poco después.

Poco a poco se van conociendo más datos del perfil de este joven que pasará a la historia por planear una matanza en la Universitat de les Illes Balears. El padre del sospechoso tuvo que declarar como imputado en un juzgado a finales de febrero. Juan Manuel le había denunciado por malos tratos y por una agresión.

Juan Manuel explicó en su denuncia que había tenido que irse de casa por el miedo que le inspiraba su padre. Según el chico, sus progenitores pasaban de él y especialmente el padre, que le habría infligido castigos físicos en su infancia; coincidiendo con la adolescencia habría dejado de pegarle, hasta el día de la disputa. El acusado de preparar los atentados llegó a pedir una orden de alejamiento de su padre, que el magistrado denegó. Según la versión de Juan Manuel, le había dado puñetazos y causado un hematoma en el ojo, del que había sido atendido en un centro sanitario. Como es habitual en este tipo de situaciones, el instructor citó a declarar al denunciado. La familia dio una versión de lo ocurrido y de los antecedentes radicalmente distinta a la de Juan Manuel. Los padres aseguraron que estaban atemorizados por el hijo: del que temían llegase a agredirlos físicamente, sobre todo a la madre. Dijeron que vivía en su peculiar mundo y estaba obsesionado con Hitler y los nazis.

Su aspecto físico también era motivo de tensión con sus padres, quienes le aconsejaban que se arreglase, sobre todo si quería conseguir un trabajo. El cabeza de familia declaró que se había limitado a defender a su mujer, dado que había visto a su hijo muy excitado, fuera de sí y con intención de agredir a su madre.