"Lo que sí sabemos es que fue una muerte violenta". Los forenses que declararon ayer en la tercera y última sesión del juicio con jurado en la Audiencia de Palma contra Mónica Juanatey, acusada de asesinar a su hijo César de 9 años ahogándolo en la bañera de casa en Mahón y posteriormente abandonar su cuerpo dentro de una maleta en un barranco en el verano de 2008, fueron muy contundentes. "Establecemos un mecanismo posiblemente homicida. Todo el contexto apoya la muerte violenta, pero no podemos determinar el mecanismo por el que falleció el niño porque en sus huesos no hay señales de lesiones", destacó uno de los médicos.

La prueba pericial practicada ayer durante casi tres horas fue demoledora. Los cinco facultativos negaron que la acusada sufra un trastorno psiquiátrico, ratificaron que es una persona imputable, que distingue lo que está bien y lo que está mal, si bien presenta rasgos de psicopatía y de trastorno de personalidad antisocial. Además, apuntaron que la propia imputada les confesó durante su exploración que ella había ahogado a su hijo en la bañera. "La acusada no es una enferma mental, sino que tiene rasgos psicopáticos. Esto explica su comportamiento y sus actos. Creemos que ella es consciente de lo que ha hecho. Es fría y no se arrepiente. Si no hubiera aparecido la maleta, seguiría con su vida normal. Toda su biografía está plagada de mentiras", resumió uno de los especialistas.

Los forenses también indicaron que el hecho de que Mónica no recuerde cómo murió su hijo y diga que tiene lagunas no tiene ningún tipo de explicación. "No es una amnesia patológica", detalló un perito. Los facultativos también se refirieron a la supuesta pérdida de memoria durante su infancia: "No creemos que no se acuerde de sus primeros doce años de vida. Hay datos que no quiere recordar y que prefiere olvidar. En la muerte de César, cabe la posibilidad de que haya un proceso de olvido porque es algo desagradable y traumático".

Los expertos, que determinaron que la causa de la muerte del niño fue una parada cardiorrespiratoria tras analizar los huesos hallados dentro de la maleta roja, relataron que creen que fueron "pocas" las posibilidades que este tuvo para defenderse. "No fue una muerte natural. Pudo darse un golpe en la bañera, quedar inconsciente y ahogarse. Si le hubiera dado un ataque epiléptico, se habría ahogado. Pero hay que valorar el entorno y el contexto. Cualquier mortal lo primero que hace es llamar al 061", recalcó un perito. "La muerte es presumiblemente homicida porque la madre metió el cuerpo en la maleta y lo ocultó con todas sus pertenencias. Eso no es normal. Eso no es por un accidente. Es por ocultar una realidad. Hay un intento de ocultamiento. Es más, de hacer desaparecer al niño y toda su presencia", añadió.

Los médicos manifestaron que, pese a que Mónica no esté enferma, presenta rasgos de trastorno de personalidad antisocial y de psicopatía: conductas irresponsables, manipulación, mentiras, despreocupación por los demás... "Ella era consciente de todo. Sabe lo que quiere, sabe lo que hace y lo que hace lo hace porque quiere", detalló ayer un forense. Según su versión, no hay ningún móvil y la respuesta de todo está en su conducta antisocial. "No tiene sentimientos por nadie. Hay frialdad afectiva. Es una persona psicopática. No piensa en los demás, ni en su hijo ni en su pareja. Ella actúa como quiere. Siempre tiene a dos compañeros. Uno, en la recámara. Miente a sus parejas. Este contexto nos preocupa", concluyó un perito.