Los peritos que participaron en la elaboración de los distintos informes del accidente de autobús en el que murieron tres jóvenes integrantes de un equipo de voleibol en 2009 en Lavacolla, dentro del municipio de Santiago, han coincidido en señalar que los datos, en los que no ven "anomalías", indican que el vehículo circulaba a una velocidad superior a los 100 kilómetros por hora en una zona limitada a 40.

Así lo han determinado, en vista de las marcas de frenada y los datos del disco del tacógrafo del autobús, tanto los agentes de la Guardia Civil que hicieron el informe preliminar como los expertos en análisis de accidentes que hicieron un informe en profundidad sobre lo sucedido.

En este sentido, los distintos agentes que han prestado declaración ante la jueza este jueves --dos de forma presencial y otros dos a través de videoconferencia-- han recordado que la primera inspección ocular estableció que el tacógrafo del vehículo marcaba una velocidad máxima de 105 kilómetros por hora en el momento en el que el conductor perdió el control del vehículo. Sin embargo, una medición posterior más precisa estableció esta velocidad en 108,5 kilómetros por hora.

Aunque los peritos han reconocido que, de forma oficial, se establece un margen de error de seis kilómetros por hora, los datos indican que el conductor del vehículo, acusado en el juicio, circulaba a una velocidad superior a los 100 kilómetros por hora cuando entró en la rotonda, limitada a una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora.

Además, dado que en el disco del tacógrafo no detectaron "anomalías", también han descartado que esa medición se pudiese haber producido por un salto en la aguja del tacógrafo en el momento de la colisión, dado que la medición es "continua" y en ella se observan "subidas y bajadas de velocidad" desde que el autobús abandonó el aeropuerto de Lavacolla hasta la colisión en la rotonda.

Limitación de velocidad

Por otra parte, los peritos no han considerado una contradicción el hecho de que el autobús llegase hasta los 108 kilómetros por hora cuando tenía instalado un sistema de control de velocidad para impedir que superase los 98 kilómetros por hora.

Así, han explicado que, aunque este sistema corta el suministro de combustible cuando se supera esta velocidad, el peso del autobús, unido a que circulaba por una pendiente descendente de más del cuatro por ciento, pudo haber provocado la suficiente inercia para aumentar esta velocidad.

Los peritos han considerado que las marcas de frenada existentes son "coincidentes" con los datos de velocidad, y han descartado que pudiesen haberse producido si el autobús circulase a una velocidad menor.

Una frenada "brutal"

Tal y como los peritos observaron en los datos del tacógrafo, el autobús sufrió poco antes de la colisión una "frenada brutal" que lo hizo pasar de 108 a 31 kilómetros por hora en 97 metros, algo que consideran "casi imposible".

En el análisis posterior del vehículo, coordinado por otro grupo de expertos cuyo coordinador también ha comparecido, se estableció que el ABS con el que contaba el autobús no funcionó, aunque los frenos convencionales lo hicieron "correctamente". En opinión de los expertos, aunque el ABS hubiese ayudado a "maniobrar" con el vehículo, dada la velocidad y las circunstancias, aunque hubiese estado activo "algo hubiese pasado".

En el análisis del autobús, asimismo, se determinó que no se había encendido la luz que alertaba del mal funcionamiento del ABS dado que ésta no estaba en el cuadro --algo que han atribuido a una manipulación--. Sin embargo, lejos de confirmar con este dato que el conductor desconocía que carecía de ABS, los peritos han indicado que éste pudo haberse percatado al ver que esta luz no se encendía en ningún momento junto con las restantes luces del cuadro al poner en marcha el vehículo, lo que pudo haberlo puesto en "alerta".

Suceso

El escrito de la Fiscalía recuerda que el 3 de mayo de 2009 el acusado era trabajador de la empresa Nadia Bus y conducía el autobús siniestrado. En torno a las 12.10 horas de ese día circulaba por la autovía SC-21 por el carril izquierdo en sentido a la autovía A-54. Al llegar al punto kilométrico 0,126, "a una velocidad de 108,5 kilómetros por hora", inicia el acceso a una rotonda, pero "dada la velocidad desproporcionada a la que circulaba el acusado, perdió el control del vehículo", sostiene.

El texto agrega que el autobús volcó y chocó contra las barreras de la vía y señala que el día del accidente la calzada estaba seca y limpia, por lo que asegura que la causa fue el exceso de velocidad. Como consecuencia del impacto, fallecieron tres personas de las 17 que iban en el autocar --incluido el conductor-- y varias resultaron heridas.

Algunas de las víctimas han sido ya indemnizadas por los daños y las secuelas sufridas. La Fiscalía pide ahora para el conductor una pena de 4 años de prisión e indemnizaciones para los padres de las tres jóvenes fallecidas y para cuatro de los heridos, que superan los 790.000 euros en total.