El fiscal jefe de Pontevedra dio ayer un giro importante en su acusación con respecto a dos de los acusados por el atraco mortal en A Cañiza en el que murió tiroteado el guardia civil Jorge Piñeiro y otro resultó herido de gravedad en agosto de 2010. Transcurridas dos sesiones del juicio y una vez practicada toda la prueba, Juan Carlos Aladro decidió aumentar la pena que solicita para dos de los supuestos atracadores, Fernando Condines y José Ángel Martíns, el Peke, para los que reclamaba al inicio del juicio una pena de 4 años, 11 meses y 29 días para cada uno por robo y tenencia ilícita de armas. A estos delitos le suman ahora dos homicidios, uno en grado de tentativa, y pide 25 años, 7 meses y 29 días, la misma pena que solicita desde el inicio del juicio para el autor confeso de los disparos, el vigués José Vilar Casal.

Este cambio obedece a que, entre otras cuestiones, considera que los tres acusados "dominaban la acción" y que su intención no solo era robar el banco, sino que también asumían "cuantas consecuencias accesorias" fueran necesarias para llevar a cabo esta acción.

El fiscal tomó esta decisión después de escuchar ayer, entre otros, el testimonio del guardia civil que sobrevivió al tiroteo y que, junto con su compañero fallecido, sorprendieron a los ladrones cuando practicaban un butrón en un local anexo a la sucursal de A Cañiza que pretendían atracar.

Alfonso Riveiro Cabaleiro explicó que aquella mañana recibieron una alerta tras saltar la alarma silenciosa de un banco. Pronto se fijaron en el local vacío al lado de la sucursal y entraron en él. Considera que los asaltantes sabían que estaban allí, ya que tuvieron que escuchar el ruido que hicieron cuando los dos agentes saltaron dentro. Vieron una lona negra y fueron a comprobar qué había detrás.

"Yo iba delante y mi compañero a unos cinco o seis metros detrás a mi derecha, para darme protección". No había sacado la pistola y llevaba una linterna en la mano. Aunque era temprano asegura que "había luz suficiente, igual no para reconocer a una persona, pero sí para verla claramente". Dijo que al llegar a la lona, de repente, de detrás surgió un hombre que le encañonaba con un arma. "Nos estaban esperando", dijo al tribunal. Tiró la linterna y desenfundó su arma reglamentaria, al mismo tiempo que el atracador avanzaba hacia él: "Me dijo que le dejase ir y que así no pasaba nada, pero él seguía avanzando hacia mí, seguía, seguía", "no me dio tiempo a decirle nada", aseguró, "él seguía avanzando hasta que llegó a mi altura, eché la mano para apartar su arma y escuché que detonaba su pistola".