Rosario Porto y su exmarido Alfonso Basterra pasaron su primera jornada en prisión bajo el protocolo de prevención de suicidios. Imputados por "el homicidio o posible asesinato" de su hija, un homicidio que niegan haber cometido, gozan de presunción de inocencia pero sus nombres han saltado de las páginas de sociedad de Compostela en las que Charo era habitual, a las de la crónica negra sumándose a otros crímenes que conmocionaron a España, como el caso de Ruth y José Bretón. Los padres de Asunta han cambiado una vida acomodada entre la élite compostelana, que incluía para Rosario viajes a Nueva York y Marruecos y una activa vocalía en el Ateneo de Santiago, un foro de profesores universitarios, abogados, arquitectos, médicos y profesionales creado como "un espazo de participación, entendemento, coñecemento e afondamento en todos aqueles temas de interese para a cidadanía", por una celda en la prisión de Teixeiro.

Charo, que presenció con un abrigo de pieles y muy sonriente el registro de la finca en la que se cree que mató a su hija asfixiándola tras sedarla, pero que se derrumbó cuando al llegar al registro de su domicilio en Santiago sus vecinos los recibieron al grito de "asesinos", ingresó en el módulo de mujeres del penal. Su exmarido, Alfonso Basterra permanece en la enfermería donde permanecerá previsiblemente todo el fin de semana a la espera de que se le asigne a un módulo.

Ambos fueron evaluados por los equipos médicos de la prisión y han pasado su primera jornada en el penal coruñés sin "nada" reseñable en lo tocante a incidencias, según fuentes de prisiones.