Culta e inteligente, agradable en el trato y de aspecto frágil. Hija del abogado Francisco Porto Mella y de la profesora Socorro Ortega Romero, Rosario Porto nació en Santiago el 11 de julio de 1969. Fue una alumna brillante en el instituto Rosalía de Castro. Tras licenciarse en Derecho por la Universidad compostelana, amplió estudios en Francia y el Reino Unido. Empezó a ejercer como abogada en 1996 y fue cónsul de Francia en la capital gallega durante diez años, cargo que dejó en 2006. En 1996 contrajo matrimonio con el periodista Alfonso Basterra, y cinco años más tarde, en 2001, adoptaron en China a su hija Asunta.

Hace dos años, la vida de Charo cambió por completo. El 13 de diciembre de 2011 fallecía su madre de forma repentina en su domicilio. Siete meses después era su padre el que aparecía muerto en su casa. Poco después, Rosario se separó de Alfonso, aunque desde entonces han pasado algunas temporadas juntos con su hija. Su actividad profesional estaba relacionada con cuestiones de derecho internacional, por lo que viajaba al extranjero con frecuencia.

Forma parte de la directiva del Ateneo de Santiago y de la ANPA del Instituto Rosalía de Castro, en el que estudiaba Asunta. De un tiempo a esta parte estaba recibiendo atención médica por problemas psiquiátricos y hace unos meses estuvo ingresada en una clínica. Rosario heredó de sus padres varias propiedades en Galicia, entre ellas la casa de Teo próxima al lugar donde apareció el cuerpo sin vida de su hija Asunta.

Tranquilo, reservado y todo un padrazo para su hija. Nacido en Bilbao en 1964, Alfonso Basterra Camporro es un periodista especializado en información económica que se estableció en Santiago en los años 80. Fue corresponsal de un diario económico y colaboró en distintos medios. Alfonso contrajo matrimonio con Rosario en 1996, y cinco años más tarde adoptaron en China a Asunta. En unas declaraciones realizadas a TVG hace siete años, el periodista y su esposa se mostraron muy orgullosos de su paternidad, destacaron lo bien que se había integrado Asunta y defendieron la adopción internacional. "Adoptar es para toda la vida -dijeron-; es lo mismo que una maternidad y paternidad biológica".

Con fama de hombre discreto y afable en el trato, su imagen es bien conocida en Santiago. Su actividad profesional se centraba últimamente en colaboraciones ocasionales y estaba en un segundo plano respecto a su familia, pues sentía verdadera devoción por su hija Asunta, a la que acompañaba a diversas actividades extraescolares. Desde su separación buscó intensificar su perfil profesional, con trabajos de asesor para algún ayuntamiento y para una empresa del sector hotelero. Tras la separación matrimonial, cuidó de Charo cuando estuvo hospitalizada. Vivía en un piso a unos cien metros del antiguo familiar y el pasado verano los tres pasaron varios días de vacaciones.