Tres semanas después del trágico hallazgo en una pista forestal del municipio de Teo del cadáver de la niña Asunta Basterra, de 12 años, sus padres, Alfonso Basterra y Rosario Porto, intentan habituarse a su nueva vida en la prisión de Teixeiro imputados por la muerte de la pequeña que adoptaron en China. El resultado de las pruebas toxicológicas decidirá si la imputación se mantiene como presunto homicidio, o bien pasa a calificarse como asesinato. Todo depende de si se aprecia o no alevosía, es decir, si la muerte violenta de la niña se produjo después de que se disminuyeran o anularan sus posibilidades de defensa, como parece que ocurrió al haber sido drogada previamente.

Porto y Basterra ingresaron en el penal de Teixeiro el 27 de septiembre, tras pasar varios días incomunicados en los calabozos y al concluir su declaración ante el magistrado José Antonio Vázquez Taín. La dirección de la prisión acaba de retirarle a la madre de Asunta el estatus de refugiada, por el que desde que ingresó en el módulo de mujeres se la aislaba de las demás internas para evitar que pudieran agredirla.

Este estatus especial suele otorgarse a aquellas personas que, en razón de la gravedad del delito cometido, son consideradas por los demás presos como no merecedores de respeto y por lo tanto su integridad personal corre peligro. Rosario Porto, desde hace unos días, puede ya comer y relacionarse con otras presas y, si lo solicita, participar en los talleres ocupacionales.

Mientras su exmujer puede hacer ya vida social en prisión y disfrutar los ratos de asueto acompañada, Alfonso Basterra, permanece protegido en la enfermería del penal. Fue su primer destino cuando ingresó en el centro penitenciario y allí sigue sin que de momento se le haya asignado a alguno de los módulos de hombres.

De momento Charo Porto y su exmarido no han pedido comunicarse ni en los locutorios de la prisión ni tampoco han solicitado un vis a vis, por lo que no han vuelto a hablar entre ellos desde que el 27 de septiembre fueron trasladados en el mismo furgón de la Guardia Civil desde los Juzgados de Santiago hasta el centro penitenciario de Teixeiro.

Las medidas de protección sobre ambos continúan, ya que Instituciones Penitenciarias mantiene el protocolo de suicidios para Alfonso Basterra y para su exmujer, Rosario Porto. Por eso están siempre acompañados por un preso sombra de confianza y vigilados para evitar que puedan atentar contra su vida. Su comportamiento, según fuentes consultadas por LA OPINIÓN es normal en prisión. "Rosario no llora todo el día, está tranquila", apostillan.

El caso esconde todavía numerosas incertidumbres que desvelarán las pruebas biológicas y toxicológicas encargadas al laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil. Mientras el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia informa de que los resultados todavía no han sido remitidos al juzgado porque no están concluidas, otras fuentes que citan a los investigadores de la Guardia Civil, apuntan la posibilidad de que pese a que los resultados iniciales de la autopsia sostenían que la niña fue sedada con grandes dosis de lorazepán, maniatada y asfixiada, la muerte fuese provocada solo por la gran ingesta forzada de medicamentos. Estas mismas fuentes confirman también que uno de los fluidos hallados en la camiseta de Asunta es semen y que no sería de su padre según el ADN extraído.

Aunque los investigadores sospechan una posible transferencia ajena al crimen, lo cierto es que la posibilidad de la participación de una tercera persona ya era apuntada por el fiscal, mientras que la defensa de Rosario Porto sostiene que el asesino puso pruebas contra la madre de Asunta, y el nuevo ADN ofrece la posibilidad de nuevas vías de investigación a otras personas, como pide Rosario, que igual que su exmarido se declaran inocentes del crimen.