"Está bien de las heridas físicas, fueron superficiales, aunque se encuentra descansando con medicación contra el estrés", aseguraba ayer un responsable del Consulado de España en el puerto africano de Mindelo sobre el estado de salud del capitán del pesquero Principe das Marês y vecino de Cangas, Miguel Ángel Bernárdez González, de 38 años.

El patrón resultó con heridas de cuchillo en el abdomen y en las manos cuando, a bordo del barco en altamar, intentó hacer frente al ataque del cocinero, el caboverdiano Bonifacio Rocha, que en un momento de "alucinaciones" empezó a apuñalar a los tripulantes acabando con la vida de su compañero marroquí y vecino de Marín, N.Naciri.,de 45 años, e hiriendo a otro marinero indonesio. El barco, de la armadora portuguesa Pescarade, con base en la localidad de Portimao, permanece atracado en Mindelo.

El cocinero permanecía también ayer bajo custodia de la Policía Judiciaria de San Vicente en espera de que se determine si el caso lo llevan las autoridades cabo-verdianas, ya que ocurrió en aguas internacionales.

Lucía, la mujer del patrón cangués, aseguraba que aunque las heridas de su marido fueron superficiales tuvo que ser atendido por una infección en la del abdomen, y que psicológicamente no está bien por la muerte de Naciri "ya que llevaban doce años trabajando juntos.

Era una persona encantadora, siempre con una sonrisa en la cara", se lamentaba.

El armador del pesquero, el portugués Antonio Teixeira, se deshace en elogios al marinero fallecido. En conversación telefónica desde Mindelo aseguraba que "es todo muy triste, lo quería como si fuera de mi familia. Trabajaba con la empresa desde 1998. Fui yo a Marruecos a buscarlo cuando el acuerdo de pesca con ese país. Era un hombre responsable y tranquilo, nunca dio un problema. No era cualquiera en la empresa, sino alguien muy querido".

Aclara que lo ocurrido no tiene que ver con la comida ni con la presencia de musulmanes a bordo: "Hay cinco o seis musulmanes y conviven sin problemas".

Respecto al presunto homicida, asegura que trabajó cuatro años en un barco español y hacía dos días que había embarcado en el Príncipe das Marés: "No hubo ningún problema hasta el tercer día que empezó a tener alucinaciones y ver fantasmas, entonces se produjo el ataque".

El armador se ocupa también de la repatriación a España del cuerpo de Naciri, pendiente de que se practique la autopsia con total respeto a la religión musulmana.