La Audiencia también halla indicios contra Alfonso Basterra en sus comportamientos anteriores al día del crimen y en las mentiras y datos que omitió en su única declaración que los testigos pusieron en evidencia. Declaró que no tenía Orfidal en casa y ocultó que se lo habían prescrito, asegurando que era Rosario Porto quien llevaba el medicamento y que él le recordaba que debía tomarlo.

Lo cierto es que Basterra compró en una farmacia próxima a su domicilio dos cajas de Orfidal en julio y una en agosto, "que no tienen relación con las fechas en que se prescribió a Rosario Porto". Una médico declaró que un compañero prescribió Orfidal a Basterra el 22 de julio de 2013, según el auto. Una profesora de la niña describió un episodio de intoxicación un día que el padre de Asunta la llevó a clase y la fue a recoger. Basterra declaró que la noche anterior a ese día la pequeña durmió en su casa.

La sala sostiene que Basterra "todos estos datos vinculan a Alfonso Basterra con la administración a su hija del medicamento Orfidal, cuyo principio activo es el lorazepán, en fechas anteriores al día de su muerte. Adquirió, sin razón que lo explique, importantes dosis de ese medicamento. Tuvo que conocer que su hija presentó varios episodios de intoxicación por estar con ella en esos días, sin que conste la adopción de medidas para averiguar el estado anómalo de la niña".

Una vez levantado el secreto de sumario, el fiscal pidió expresamente la declaración ampliatoria del padre de Asunta, que se negó a declarar. La sala sostiene que la ausencia de explicación por el imputado de "cuestiones que la merecen", la falta de colaboración y entrega de elementos que estaban en su poder "refuerza la convicción sobre la corrección de la inferencia basada en otros indicios". Así, el auto resalta que "no se han explicado por el recurrente sus acciones", ni las contradicciones entre lo que declaró como detenido y el resultado de posteriores diligencias.