En el verano de hace dos años, Manuel Vázquez no se fio de los hombres que llamaron a la puerta de su casa en la aldea de Santo Estevo, en el municipio de A Peroxa, alertando de un falso incendio. El hombre, de 70 años, desconfiaba y no quiso abrirles la puerta. La pasada madrugada del miércoles al jueves, desconocidos lo dejaron inconsciente tras propinarle una paliza para desvalijar la vivienda.

El rural de Ourense es el escenario de un nuevo asalto de madrugada, el tercero en 11 días, que dispara todas las alarmas y apunta, por lo menos, a una banda en plena actividad. Con todo, los investigadores creen que los autores de los tres casos no son los mismos. Ayer buscaban huellas e indicios para resolver el asalto que sobresaltó a Manuel y su esposa Josefa, de 68 años en mitad de la noche. La Guardia Civil ha redoblado los controles y vigilancias en carreteras y, según las fuentes del instituto armado, hay "varias líneas de investigación".

Cuatro encapuchados los amenazaron con matarlos y no tuvieron reparos en actuar con violencia. Los atracadores se llevaron 4.000 euros con los que la pareja, que acababa de cobrar la paga extraordinaria -al igual que la víctima anterior, un septuagenario de Cartelle-, pretendía arreglar su casa. Usaban guantes y hablaban en gallego, según las víctimas. Pusieron en su diana una vivienda al pie de la carretera que lleva desde A Peroxa hasta Ourense. Tras amenazar de muerte al matrimonio y dejarlo encerrados en una bodega de la casa, los delincuentes se dieron a la fuga con el dinero. Ocurrió antes de las cuatro de la mañana.

Al esposo le hicieron saltar un diente, le lesionaron en la nariz y en un ojo, y le dejaron el miedo en el cuerpo. "Que los pillen, y si hay que pagar algo por pillarlos lo pago yo de corazón, porque yo no le hago mal a nadie; no merecía esto", decía ayer Manuel entre lágrimas tras ser atendido en el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. Él y su esposa dormían y no se enteraron de las aparatosas maniobras con la que los delincuentes consiguieron acceder a la casa, aparentemente con un gato hidráulico o algún tipo de mecanismo de fuerza.

Reventaron la puerta principal arrancando una piedra de la escalera de acceso. Su sobrino no se explicaba ayer cómo lograron entrar con sigilo, cuando las víctimas tienen varios perros atados a lo largo de la casa. Sospechan que los delincuentes, con la misma cautela que usaron para arrebatar a la pareja dos teléfonos móviles antes de nada, dieron algún preparado a los animales. Horas después, todavía reaccionaban con miedo ante la presencia de extraños.

La esposa se angustió al presenciar que los encapuchados se cebaban con su esposo. "Mirad cómo lo habéis dejado", les dijo. Entonces le propinaron a ella un golpe en el mentón, dejándoselo amoratado. El matrimonio les aseguró que no guardaban dinero, pero los ladrones revolvieron toda la casa hasta encontrar los 4.000 euros.