El camionero acusado de raptar y violar a una adolescente de A Valenzá (Ourense) en julio de 2012 aseguró ayer que la relación que mantuvo con la menor fue voluntaria y pactada. Declaró en la Audiencia que detuvo su coche de madrugada en la calle Marcelo Macías por donde caminaba la chica y que le pidió precio por una noche de sexo. No se interesó por su edad porque le pareció mayor y emprendió un viaje con ella hasta la vivienda que su expareja tiene en Baiao, Portugal, a 240 kilómetros de Ourense.

"Le pregunté dónde quería ir y me dijo que adonde yo quisiese", declaró. Lo que sucedió después -y que en los escritos de acusación pública y particular figura como una triple agresión sexual-, fue "consentido" por la chica, con la que incluso visitó al amanecer un paraje turístico con embalse al que solía ir con su ex. A media mañana dio por concluido el servicio, la llevó a Valença do Minho porque ella quería ir a Vigo y le pagó los 200 euros según él convenidos. La víctima, que en la actualidad ya ha cumplido los 18 años, testificó protegida por un biombo y ofreció un relato de lo sucedido totalmente contrario al del acusado, Joaquín Manuel O.C., de 35 años y origen portugués. El presunto agresor está en prisión provisional por esta causa desde el 23 de julio de 2012 y se enfrenta a una petición de condena de la Fiscalía y la acusación particular de 20 años y nueve meses de prisión por los delitos de detención ilegal, continuado de agresión sexual y lesiones, y responsabilidad civil de 51.800 euros por las lesiones y el daño moral ocasionado a la entonces menor.

Voz temblorosa

Nerviosa y con voz temblorosa, la chica hizo una reconstrucción de lo ocurrido aquella noche a base de respuestas breves a las preguntas de las partes. Eran las 4,30 horas de la madrugada del 15 de julio y regresaba sola a su casa en A Valenzá tras cenar y jugar a la videoconsola en la casa de unos amigos. Precisamente hablaba por teléfono con uno de ellos cuando al final de Marcelo Macías, a la altura de la rotonda, un hombre salió de su coche y se abalanzó sobre ella poniéndole una navaja en el cuello. "Me pidió que le diese lo que llevaba encima pero lo único de valor que tenía era el móvil", indicó. Entonces, y siempre según su relato, la sentó en el asiento del copiloto de su coche y a continuación se metió él pasándole por encima. Le cubrió la cara con la camiseta y la obligó a bajar la cabeza, sin dejar de presionar con el arma punzante en su abdomen. Al llegar al destino la obligó a ducharse y la agredió sexualmente tres veces, después la ató de pies y manos, la amordazó y la dejó sola en el baño mientras él "se marchaba a descansar". Tras un tiempo que a la víctima le pareció "eterno", el presunto agresor regresó y le ofreció unas fresas para comer que ella rechazó. "Se fue otra vez y cuando volvió me metió en un saco, me puso una piedra encima y me dio una patada", indicó.

Lo que vino a continuación no lo tiene muy claro porque estaba atemorizada y angustiada por las dificultades respiratorias. Sostiene que la llevó a rastras hasta el maletero del coche y otra vez emprendió la marcha, esta vez un trayecto más corto que el anterior durante el cual ella logró liberarse de la atadura que le presionaba las muñecas y quitarse la cinta de la boca: "Me hice daño en las manos al intentar soltarme pero me estaba ahogando", declaró.