Con ochenta años cumplidos, José Ramón Cascón Raposo aún tardará un tiempo en recuperarse del susto que le dieron tres desconocidos que la madrugada del domingo lo asaltaron mientras dormía en la casa rectoral de Pontedeume, en pleno centro de un municipio a medio camino entre Ferrol y A Coruña.

Lo cuenta él mismo a EFE, todavía nervioso y parco en palabras al otro lado del teléfono desde el templo donde tiene previsto oficiar misa a última hora de esta tarde. Hace años que José Ramón es el párroco de la iglesia de Santiago de Pontedeume, la más grande del municipio y adscrita a la Diócesis de Santiago de Compostela.

La noche del sábado 4 al domingo 5, mientras dormía profundamente, relata, tres desconocidos lo despertaron cuando intentaban robarle.

No se percató de su presencia hasta que ya estaban dentro del dormitorio. Los asaltantes ocultaban su rostro y llevaban, apunta el cura, "una pistola eléctrica de ésas, no de las de balas".

Los asaltantes maniataron al cura octogenario, le sonsacaron el número de su tarjeta de crédito y arramplaron con el dinero del cepillo de la iglesia y otros pocos objetos de valor y artículos personales, como su teléfono móvil o el ordenador personal, aunque el botín fue más bien escaso, dice Cascón.

Estima que se llevaron de la casa rectoral unos mil euros. "No fue mucho", dice. Lo dejaron tendido sobre su cama, atado de pies y manos.

Cuenta el religioso que "con muchísimo, muchísimo esfuerzo", logró zafarse el mismo de las ataduras varias horas después.

La noche en vela no le impidió acudir a oficiar la misa que tenía prevista a primera hora de la mañana del domingo y dirigirse, después, al cuartel de la Guardia Civil para interponer la denuncia por el robo.

Todavía no sabe si reforzará la seguridad en la casa rectoral para trata de evitar que el robo se repita. "Son días de muchos nervios y aún no he tomado ninguna decisión. Ya veremos", dice, para dar por terminada la conversación.

El alcalde de Pontedeume, Gabriel Torrente, del PP, quiso lanzar este lunes un mensaje de calma para recordar que la localidad es un lugar tranquilo poco propenso al delito y que el número de policías locales se duplicó durante el verano.

A mediados de septiembre, unos desconocidos asaltaron la casa parroquial de Cruces, en Padrón. Entonces, el robo terminó en tragedia ya que la asistenta del párroco murió durante el atraco.