Seis meses después de que desaparecieran su hasta entonces pareja, la dominicana Adolfina Puello, y la hija de esta, de 9 años, el presunto autor de los crímenes, Raúl Álvarez, comparecía en el pueblo natal de su madre, San Vicente de la Cabeza (Zamora), "tranquilo y ajeno a todo", para indicar el pozo en el que se encontraban los cadáveres. Testigos presenciales aseguran que no le tembló el pulso tras un periplo de investigación policial que le había llevado incluso a dar pistas falsas sobre la localización de los cuerpos. Pero de pronto, todo dio un brusco giro y las pesquisas se paralizaron en Madrid para trasladarse en cuestión de horas al pequeño pueblo zamorano. El sábado anterior a su detención, Raúl llamó a la familia de sus víctimas: "No volveréis a verlas", advirtió.

El detenido, que tenía su domicilio en Vallecas, ya está en la cárcel. La titular de Juzgado de Instrucción 9 de Madrid lo envió a prisión provisional como supuesto autor de la muerte de su novia y de la hija de ésta. Ambas residían en Madrid y habían desaparecido el pasado 30 de junio. Los cadáveres estaban deteriorados por el paso del tiempo y se está a la espera de que la autopsia confirme las identidades y de que los cuerpos se puedan trasladar a Madrid para su repatriación a República Dominicana.

El presunto homicida usó un encofrado fabricado con hierros para evitar que los cuerpos de las dos víctimas flotaran en el agua, accediesen a la superficie y fuese descubierto por algún vecino de la zona de Zamora donde los abandonó.