"Mi hermana quería matarme. Pero la vi agachada abriendo un cubo y el olor de gasolina me alertó. Eché a correr, me lanzó el combustible y prendió fuego, las llamas no me alcanzaron aunque quemaron la acera y llegaron casi hasta las mesas exteriores de la cafetería donde me refugié".

Ángela G.J., de 40 años y nacida en Oviedo, no resultó herida, pero por la tarde, en la pensión donde reside, muy cerca del lugar de los hechos, todavía se encontraba en estado de shock.

Asegura que su hermana Soraya, de 54 años, la había amenazado de muerte en los últimos días pero no creyó que llegara a tanto. "Está mal de la cabeza y padece una enfermedad degenerativa que la hace creerse sus propias mentiras. Ahora me culpa a mí de lo malo que le ha pasado en la vida".