El principal testigo de los hechos es el empleado de Ángel Rodríguez, un joven de 28 años vecino de Candeán que ayer por la mañana, debido al estado de shock en el que aún se encontraba, tuvo que acudir a Urgencias. Al mediodía ya descansaba en su casa. "Estaba muy asustado, no durmió, no pegó ojo en toda la noche", afirman allegados suyos. "El fallecido era su jefe y también su amigo; ¿cómo va a estar? Vio cómo ese hombre le pegaba dos tiros en la zona del pecho a Ángel y después aún lo remataba en el suelo con otro disparo en la cabeza", señalaban a continuación aún conmocionados por lo que tuvo que presenciar el chico.

El joven, que ya prestó testimonio ante la Policía Nacional, trabajaba desde hacía casi dos años en este taller de autolavado y neumáticos ubicado en Cambeses. El viernes, concluida su jornada laboral y tras cambiarse la ropa de trabajo por la de calle, estaba a punto de marcharse, enviando unos mensajes de WhatsApp, cuando se personó en el establecimiento José Blanco Crespo. El agresor le preguntó por el responsable del taller y por el hermano. "Mi jefe está fuera", le contestó el chico sin poder imaginarse lo que iba a suceder a continuación. Y en el exterior, a las puertas del establecimiento, el individuo le asestó, según este trabajador describió a los investigadores, tres disparos a Ángel. El último cuando la víctima ya yacía en el suelo.

Asustado, el joven se escondió tras una furgoneta que un cliente había dejado en el taller. "Por favor, no me mates", le rogó al hombre. Y éste le dejó marcharse. "El individuo le dijo 'lárgate' y él corrió hasta que no pudo más", dicen los conocidos de este joven, que, tras escapar, se refugió en un bar cercano. Allí, contó lo que acababa de suceder. "Estaba blanco, le tratamos de tranquilizar", cuentan en esa cafetería cercana al lugar del tiroteo. En este bar, como en otros de esa zona, el tema de conversación giró durante toda la jornada en torno al trágico suceso.