"Quería matarlos a todos", confesó a las autoridades lusas Paulo Silva, un portugués de 44 años que fue detenido cuando huía hacia Galicia tras matar a tiros en Póvoa de Varzim a sus exsuegros, Domingos Lima y María de Fátima Gomes, su exmujer, Silvia Lima, y el hijo de ésta, Renato Alves. El único superviviente fue su propio hijo, de 16 años, que intentó desarmar a su padre y logró huir del lugar. "Mi padre mató a toda mi familia", gritaba tras el tiroteo en la calle pidiendo ayuda a sus vecinos.

Centenares de personas arroparon ayer a los allegados y amigos de las cuatro víctimas, que recibieron sepultura en la localidad de Estela (Póvoa de Varzim). Mientras Paulo G.D.S. sigue en prisión provisional por orden del juez de Vila do Conde, la policía lusa ultima la investigación a la espera de las conclusiones de las autopsias.

El cementerio de Estela era ayer por la tarde reflejo del dolor de los vecinos por la mayor matanza doméstica de la última década en todo el país. El adolescente que sobrevivió a la tragedia, Joel Silva, estuvo presente en el funeral de su familia. Sin poder articular apenas palabra y en un continuo llanto, era arropado por sus parientes más próximos. El joven de 16 años y su hermana de 10 han quedado al cargo de los padrinos de la niña, ya que su madre está muerta y su padre en prisión por el tiroteo. La decisión provisional se adoptó a petición de los dos hermanos, que son atendidos por psicólogos.

Esta no es la primera tragedia que pilla de cerca al encarcelado Paulo Silva. Hace casi 30 años, según el diario Correio da Manhã, el asesino confeso de Póvoa asistió a la muerte de su madre en Lisboa. Su padre descuartizó a su mujer y ocultó partes del cadáver en un gallinero. Su progenitor fue condenado a 25 años de prisión. Paulo aseguraba siempre a sus amigos que sería incapaz de cometer actos violentos, que él no era como su padre y que no le perdonaba lo que hizo, según explica uno de sus amigos.

Agostinho Alves, padre de Renato, el joven de 23 años asesinado junto a su madre y a sus abuelos en Estela, se sentía ayer impotente. Había advertido a su hijo, que iba a regentar el bar de los abuelos en Santo Tomé, donde ocurrió el crimen, que tuviera cuidado ante las amenazas de Paulo: "Se comentaba que había amenazado con matarlos". Pero el joven le replicaba que tenían buena relación y que Paulo "nunca iba hacerle daño", pese a las diferencias económicas que tras el divorcio tenía el asesino confeso con su exmujer y con sus suegros.

Si Paulo Silva afrontó el crimen de su propia madre y nunca perdonó a su progenitor, en el juicio por la muerte de su exmujer, sus exsuegros y su hijastro tendrá como testigo a cargo de la Fiscalía a su propio hijo. Joel presenció el tiroteo, intentó quitarle una de las dos pistolas a su padre y logró huir y pedir auxilio en la calle.