Tras un viaje de más de 30 horas, Alberto Rojo, de 43 años, abrazaba ayer al fin en Peinador a su madre Remedios Alonso y a su amiga Finny Rodríguez. Hace un mes voló a Nepal para hacer trekking por el Himalaya. El 25 de abril se produjo en aquel país un devastador terremoto que causó miles de muertos. En vez de volver a casa, decidió quedarse hasta la fecha prevista de regreso "para ver si podía ayudar de alguna manera". Además de llevar material y comida a nueve aldeas remotas, puso en marcha en internet una campaña de crowdfunding destinada a las víctimas, que ya ha recaudado más de 3.000 euros.

-¿Qué le llevó hasta Nepal?

-Esta fue mi segunda vez allí, la primera fui al Everest a hacer lo mismo: voy a caminar solo con mi mochila por las montañas, disfruto de maravillosos parajes, visito templos, hago meditación... Es mi manera de cargar pilas y sanearme. E

-¿Dónde se encontraba en el momento del seísmo?

- Había acabado la ruta y hecho el paso más elevado, a 5.416 metros, decidí tomar otro trekking, el del Annapurna Sur. El terremoto justo me pilló en el campamento base, a unos 4.200 metros de altura.

-Al menos diez montañeros murieron en el Everest.

-Noté el temblor y me quedé sorprendido, casi divertido. Estaba en el saco leyendo y un japonés, que había conocido, me dijo "Berto, sal que esto se pone feo". Salí y el temblor fue a más. Aquello se movía como una tabla de surf. La suerte fue que en esa zona no hubo avalanchas como en el Everest.

-Y se plantea si volver a casa o continuar el viaje.

-Había dos opciones, o volver aprovechando los vuelos que ponía la embajada, o mantener la fecha de vuelta, el 5 de mayo. Decidí quedarme y ver si podía ayudar. Al principio no pensé que pudiera, porque Cruz Roja y la embajada decían que hacía falta personal especializado: médicos, enfermeros, equipos de rescate... En el hostal que estaba busqué información y encontré a un miembro del Club de Leones. Me dijeron que estaban organizando algo con activistas de la zona, que si quería hacer una aportación. Le dije que sí y que también me gustaría ir. Los primeros días fuimos una zona muy remota próxima al epicentro. Distribuimos ayuda en nueve aldeas donde aún no había llegado nada.