La población de Formentera quedó ayer conmocionada por el trágico naufragio del velero Be happy, de 11 metros de eslora y bandera francesa, que costó la vida a tres personas, dos hombres y una mujer. Otros tres ocupantes de la embarcación pudieron ponerse a salvo gracias al auxilio de los vecinos de Es Caló y solo sufrieron hipotermia y magulladuras.

Los fallecidos tienen entre 45 y 50 años, la misma edad que los rescatados con vida, dos mujeres y un hombre. Todos son de nacionalidad belga. Los tres cadáveres fueron recuperados por la dotación del helicóptero Helimer 213, que llegó sobre las ocho de la mañana. Pese al fuerte viento reinante y al oleaje, los rescatadores lograron sacar del agua los cuerpos y los trasladaron al Hospital de Formentera. Posteriormente, los servicios fúnebres se hicieron cargo de ellos.

El Be happy, fondeado cerca de la costa pese a que la previsión meteorológica anunciaba temporal del norte y hacía presagiar que ese lugar sería uno de los más azotados por el vendaval y las olas, fue arrastrado contra las rocas y acabó hecho añicos.

Los supervivientes fueron atendidos en el Hospital de Formentera, especialmente por las secuelas del impacto psicológico que les originó la tragedia. Dos de ellos recibieron el alta a última hora de la mañana y un tercero seguía siendo atendido por los psicólogos al cierre de esta edición.

Todos pudieron salvar sus vidas gracias a la rápida actuación de dos vecinos de Es Caló y de un turista, bombero de Valencia, que se alojaba en un establecimiento de la zona; ellos fueron los primeros en darse cuenta de lo que ocurría y acudir al rescate, sobre las 7 de la mañana. Enseguida acudieron a la zona efectivos de la Guardia Civil, la Policía Local y los bomberos, mientras que el centro de coordinación de Salvamento Marítimo enviaba un helicóptero y una embarcación.

La alerta que recibió Salvamento Marítimo produjo cierta confusión inicial respecto a la nacionalidad de los tripulantes y el nombre del velero. La radiobaliza de emergencia que se activó automáticamente durante el naufragio correspondía a una embarcación llamada Finiye y ése fue el nombre que se proporcionó inicialmente, aunque finalmente se confirmó que era el Be happy.

Los testimonios recogidos entre las personas que acudieron al rescate coinciden. En la tarde del pasado jueves los vientos dominantes eran del suroeste, por lo que la zona de fondeo de Es Caló era en ese momento la más segura. Sin embargo, el parte meteorológico advertía claramente de un empeoramiento del tiempo en ese área. La previsión a partir de la medianoche del jueves al viernes era de que el viento rolaría a norte, con rachas hasta de 60 kilómetros hora, con marejada a fuerte marejada y olas de hasta dos metros.

En la tarde del jueves los vecinos de Es Caló vieron cómo las siete embarcaciones que estaban fondeadas se retiraban de la zona, seguramente en busca de mejor refugio para resguardarse del temporal. Sin embargo les sorprendió la aparición, sobre las ocho de la tarde, del Be happy, que fondeó a unos 150 metros de distancia de la costa rocosa. Allí pasó toda la noche hasta el amanecer, cuando el velero se vio arrastrado contra las rocas.

El presidente del Consell de Formentera, Jaume Ferrer, acudió a la zona desde primera hora. Visiblemente afectado por el trágico desenlace, firmó a media mañana una orden decretando tres días de luto oficial, tras haber consultado con todos los portavoces de los partidos. Desde ayer todas las banderas de los edificios públicos de la isla ondean a media asta. En una comparecencia en la sede del Consell, Ferrer manifestó el pesar de la institución por la tragedia y su solidaridad con los supervivientes, familias y amigos de las víctimas. Cuando los periodistas le preguntaron detalles de lo ocurrido, no pudo contener la emoción y pidió que se cerraran los micrófonos. Por su parte, el director insular de la Administración del Estado, Roger Sales, ofreció todo el apoyo a los supervivientes.