La presencia de semen en la camiseta que Asunta tenía puesta el día en que apareció su cadáver, el 22 de septiembre de 2013 en una pista de Teo, centró la jornada del juicio contra sus padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra, que se enfrentan a penas de hasta veinte años de prisión acusados de asesinato. El laboratorio del servicio de criminalística de la Guardia Civil negó que la contaminación de la prenda se produjese en sus dependencias y alimentó la tesis del tercer implicado, que los testigos situaron la noche del crimen en Madrid durante su testimonio la semana pasada.

La Guardia Civil analizó 26 fragmentos de la camiseta de Asunta y solo en dos de ellos detectó semen. La sorpresa de los técnicos se produjo cuando su base de datos les ofreció una coincidencia positiva: la de Ramiro C., investigado por una agresión sexual en Arroyomolinos (Madrid) y sin conexión alguna con la niña, los padres o la capital de Galicia. Aunque en un principio estuvo imputado, alegó no solo no haber visitado la comunidad en la fecha del crimen, sino que algunos testigos certificaron que la noche del crimen cenó con ellos a 500 kilómetros de Teo.

Las dos investigaciones internas elaboradas sobre la presencia del líquido seminal en la prenda de Asunta apostaron por una contaminación producida fuera del laboratorio, en contra de lo que creyó el juez instructor José Antonio Vázquez Taín, que achacó esa relación a unas tijeras y exculpó a Ramiro C. Todos los agentes implicados en el análisis de la prensa reconocieron que esa herramienta se utilizó en ambos casos y que se empleó para cortar el preservativo de la investigación de Arroyomolinos -el 4 de septiembre de 2013- y 26 días después fue empleada sobre la camiseta, pero alegaron que solo apareció semen en dos de 26 trozos de ropa -en zonas cercanas al cuello y con una superficie aproximada de un centímetro cuadrado- y no en ninguno de los casos investigados entre ambos.

Crítica de Aranguren

La presencia del semen fue utilizada por la defensa de Porto para insistir en la presencia de una tercera persona en el caso, al tiempo que pone el foco en posibles errores de la instrucción o el procesamiento de pruebas. Su letrado, José Luis Aranguren, lamentó, en declaraciones a los medios, la exculpación del que fue tercer imputado en el caso, algo que considera "improcedente". El semen abriría supuestamente la vía del móvil sexual, aunque el cuerpo de Asunta no solo no presentaba restos de este líquido, sino que solo aparecía en partes de la camiseta. El análisis sobre agresión sexual a la menor resultó también negativo, alusión que provocó que Porto se llevase las manos a la cara durante la sesión más breve de las celebradas hasta ahora en un juicio que prevé concluir los interrogatorios el miércoles de la próxima semana.

Sin embargo, los investigadores, que reconocieron que solo podían detectar sangre o semen y no otras sustancias como el sudor, negaron la responsabilidad en la contaminación, aunque no lograron una conclusión sobre su origen. Establecieron dos hipótesis de trabajo. Por un lado, la contaminación interna, a favor de lo que jugaba el uso de las tijeras. Por otro, la externa, por la que se decantaron.

El motivo radica en que las tijeras se usaron en más casos y solo apareció semen en zonas de la camiseta, al tiempo que aseguraron que usaron lejía, alcohol y fuego para eliminar restos del instrumental. Los peritos también aseguraron que la mesa donde se analizan las pruebas se limpió.

Pruebas separadas

Además, aunque las muestras se guardaron en el mismo cuarto frigorífico, se encontraban distantes "tanto a nivel vertical como horizontal", según uno de los peritos.

Un funcionario ajeno al departamento también se decantó por esta hipótesis en una investigación interna paralela y reconoció que había sido incapaz de hallar el origen de la muestra en la camiseta. "La conclusión es que se siguieron todos los procedimientos y no se encontró ninguna conexión entre ambos casos", declaró el agente. Este, sin embargo, reconoció que durante la manipulación de la camiseta se produjo un error, pues con el ADN de la niña apareció mezclado el de uno de los investigadores del laboratorio de la Guardia Civil en Madrid que analizó la prueba. En ese caso se produjo una contaminación.