El sospechoso de la desaparición de Yéremi Vargas negó ayer ante la Audiencia de Las Palmas haber violado a otro niño de nueve años en la chabola donde vivía en la localidad grancanaria de El Doctoral en julio de 2012, si bien el menor lo identificó como el hombre que lo agredió.

El acusado, Antonio O.B., conocido como El Rubio, que se enfrenta por esta causa a una condena de 13 años de cárcel, dijo que son "inciertos" los hechos que se le atribuyen y se limitó a contestar a las preguntas formuladas por su abogada, quien solicita su absolución, en la primera sesión del juicio que se celebra en la Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria.

Antonio O.B., que fue detenido por estos hechos el año pasado, manifestó al tribunal que, cuando el menor sufrió esa agresión, su abuela le acusó de esos hechos, pero el niño negó entonces que él fuera el autor. Asimismo, dijo que denunció a la abuela el 24 de julio de 2012 ante la Guardia Civil, porque le había dicho que iba a caer sobre él "todo el peso de la ley".

Entre el público que asistió a la vista figuraba la madre de Yéremi Vargas, Ithaisa Suárez, quien está convencida al "cien por cien" de que el acusado es el responsable de la desaparición y muerte de su hijo hace nueve años, como sostiene la Guardia Civil. De hecho, el delegado del Gobierno en Canarias, Enrique Hernández Bento, aseguró ayer que "existen pruebas contundentes" contra El Rubio, y pidió que se deje "trabajar a la justicia".

Testimonio del menor agredido

En la vista de ayer, el menor narró al tribunal que estaba jugando al fútbol en un parque próximo a su casa cuando el acusado le dijo que tenía muchas bicicletas y que se fuera con él, a lo que accedió aunque luego se arrepintió. Sin embargo, no pudo marcharse porque El Rubio lo agarró de la mano fuertemente y lo llevó hasta una "chabola verde". Según el testimonio del niño, el procesado cerró la puerta, le bajó los pantalones y le violó. Al terminar, el procesado le dijo que se fuera, por lo que salió corriendo hacia su casa, donde no contó nada de lo sucedido por miedo a que le "echaran la bronca" por haberse alejado del parque.

El menor relató ayer al tribunal que, días más tarde, en el parque situado junto a su casa, narró lo sucedido a unos amigos y a los padres de estos, que fueron quienes alertaron a su familia.