Atrincherado junto en su vivienda del distrito financiero de Brickell, en pleno centro de Miami, se encontraba ayer el gallego Francisco Da Silva. Su familia prefirió quedarse en casa pese a la orden de evacuación "por temor a que el colapso de las carreteras y la escasez de combustible" los dejase sin tiempo a alcanzar un lugar seguro antes de la llegada de Irma. Con la despensa llena y "los celulares cargados", Francisco se mostraba tranquilo pese a residir en una zona de riesgo, a pocos metros de la costa. "Lo peor es la subida del nivel del mar prevista, pero nosotros vivimos un piso alto de un edificio bien protegido. Los cristales aguantan vientos muy fuertes porque las ventanas están cubiertas por una tela metálica", señaló. A la espera de que pase el centro del tifón hoy a media mañana, estos gallegos temen especialmente los apagones. "Vamos tirando con la radio para estar informados, pero lo difícil es no poder comunicarte y saber como están las demás personas del entorno".