"Mi hijo ha ganado. La bruja mala ya no existe". Son palabras de Patricia Ramírez, una mujer destrozada que, junto al coche fúnebre que trasladaba el cadáver de su único hijo, Gabriel Cruz, de 8 años, sacaba fuerzas de flaqueza y pedía al mundo que prevaleciera el recuerdo de la bondad de su niño, y no el de la asesina confesa, Ana Julia Quezada.

Al funeral, oficiado en la catedral de Almería por el obispo de esa diócesis, Adolfo González Montes, asistieron únicamente los familiares del niño, allegados y las autoridades civiles y militares. Pero en el exterior se agolpaban más de 5.000 personas, que quisieron dar el último adiós a Gabriel y arropar a Patricia Ramírez y Ángel Cruz, y que pudieron seguir las exequias a través de dos pantallas gigantes.

Los restos mortales del pequeño llegaron a la plaza de la Catedral en un vehículo blanco colmado de coronas de flores de ese mismo color, escoltado por agentes de la Policía Local. Una cerrada ovación acompañó al cortejo fúnebre, mientras los padres del niño, que viajaban en un vehículo gris que seguía al coche fúnebre, recibían continuos gestos de cariño y solidaridad. Juntos, abrazados, caminaron detrás del ataúd hasta la catedral. Al entrar en el templo Patricia y Ángel besaron una foto de su hijo. Mientras tanto, miles de personas gritaban: "Todos somos Gabriel".

Al comenzar la misa la plaza se quedó en completo silencio. El obispo recordaba durante el oficio a ese "niño alegre y bonito, sonriente" que había "cautivado a todos", e indicaba que su "muerte sin sentido" genera "desolación e impotencia" y muestra la "situación enferma" y la "condición pecadora" del ser humano. "Gabriel está con Jesús" y "acompañará ahora a sus padres y abuelos desde el cielo", señaló el prelado, que alabó la solidaridad con que ha reaccionado la sociedad ante esta "muerte cruel".

Cuando salió de nuevo el ataúd del templo se rompió el silencio y de nuevo se oyó el mismo clamor: "Todos somos Gabriel". Mientras, Patricia y Ángel acariciaban con ternura el féretro.

Momentos antes de que la comitiva fúnebre partiera hacia el cementerio de Níjar, la madre del niño, rota por el dolor, señaló: "Sabemos que Gabriel está ya en algún lugar con sus peces y que la bruja mala del cuento ya no existe". Y añadió que se queda con "la cantidad de cosas buenas que ha sacado de todo el mundo" su hijo durante los doce días en los que permaneció desaparecido.

El padre del pequeño Gabriel, que rompió a llorar en varias ocasiones durante la mañana, agradeció el cariño y el apoyo que han recibido.