El abanico de modalidades que idean los narcos para traficar con droga es de lo más diverso. El fin siempre es el mismo: evitar que sea detectada por las fuerzas de seguridad. Pero no siempre consiguen su objetivo. Un buen ejemplo de esto es un operativo desarrollado hace un año y cuya investigación judicial en Vigo acaba de tocar a su fin. Fue un golpe a un entramado ideado para introducir cocaína en España.

La fariña venía, literalmente, impregnada en maletas. Y en ropa. Pero sus planes se frustraron. Los supuestos traficantes acabaron arrestados y el juicio está ahora próximo, ya que la magistrada acaba de dictar el auto judicial en el que transforma las diligencias previas por los trámites del procedimiento abreviado. Y en el mismo imputa a 9 personas, entre ellas los dos hombres que presuntamente lideraban la trama, por la presunta autoría de un delito de tráfico de drogas con la circunstancia agravante de que es una cantidad de notoria importancia.

Finalizadas las pesquisas judiciales, la juez ve acreditado que A.M.G. y J.L.O.V., los "principales responsables" según el auto con fecha de este pasado 20 de abril, se prevalieron de los contactos que tenía el primero de ellos en Sudamérica para presuntamente "planificar" y "materializar" dos "introducciones de cocaína" en España. Y todo ello "en connivencia" con el resto de personas que han resultado imputadas.

¿Cuál era el plan? Pues lo que los dos supuestos narcotraficantes pretendían era "aprovechar" el viaje desde Sudamérica de mujeres que venían a ejercer la prostitución para que éstas transportaran cocaína impregnada en sus equipajes. Los pinchazos telefónicos evidenciaron como A.M.G. informaba de su ilícito negocio a contactos que tenía en Paraguay. A uno de ellos le propuso "dos ofertas": que le enviase "prostitutas" para que trabajasen para él en un piso de Madrid y que éstas en sus maletas ocultasen la droga del modo que él proponía: empapando la sustancia en ellas.

Para ello, le comentaba que tenía "un artesano" que hacía unas maletas "espectaculares". Un químico que era "muy bueno". Trabajaba, relataba por teléfono, de forma que era imposible localizar la droga. "Lo hace con el mismo cuero y no lo pueden detectar ni los perros", garantizaba. La "chica" que viniese con ese equipaje debía mostrarse "tranquila" y no ponerse "nerviosa" en el aeropuerto. Al final consiguieron que una mujer, que también ha resultado imputada en la causa, viajase de este modo. Con la ayuda de un colaborador, se expidió a la joven una carta de invitación para que pudiese viajar a España. Y tras salir desde Sao Paulo (Brasil), ésta llegó al aeropuerto madrileño de Barajas el 24 de marzo de 2017.

La trama, según se desprendía de las intervenciones telefónicas, se mostraba preocupada, dado que estaba lloviendo, de que el equipaje con la cocaína impregnada no se mojase. Pero la droga no llegó a su destino. Una vez la mujer bajó del avión, fue detenida por la Policía Nacional en el mismo aeropuerto. En la maleta, la bolsa de viaje y en la ropa que había dentro había impregnados, según se comprobó después, casi cuatro kilos y medio de estupefaciente.

Tras fracasar este intento, los principales investigados decidieron modificar "otra operación similar" que tenían en marcha a través del aeropuerto de Barcelona. En vez de ser un viajero el que viniese con las maletas, éstas se enviarían, igualmente a la Ciudad Condal, a través de mensajería internacional, donde contaban con varios colaboradores y una mujer que recibiría la mercancía, como así ocurrió el 29 de abril del pasado año. Hasta allí fue uno de los supuestos jefes, A.M.G., para recogerla y llevarla a Madrid.

Pero ya iban tras sus pasos y en esta última ciudad fue detenido. Al analizarse la maleta y la bolsa de viaje, se comprobó que la sustancia que se había impregnado pesaba algo más de cuatro kilos. Entre los imputados está J.C.Q., que presuntamente era el que iba a extraer la droga del equipaje. En un registro en la sede de su empresa, en Torrejón de Ardoz (Madrid) los agentes se incautaron de algo más de 100 gramos de cocaína.